sábado, 2 de enero de 2010

Rupay: Historia del horror


Por Gabriel Zárate

Publicada inicialmente por Contracultura de Benjamín Corzo, “RUPAY: HISTORIAS GRAFICAS DE LA VIOLENCIA EN EL PERU 1980-1984” acaba de ser editada en España por La oveja roja lo cual es siempre una noticia positiva para la historieta peruana.

RUPAY es un comic que intenta presentarse como una historieta de no-ficción, como documento histórico de los primeros años de la violencia interna en el Perú y si bien describe con minucioso detalle tanto la barbarie despiadada senderista como la inhumana represión oficialista, donde la inocente población campesina aparece atrapada entre dos fuegos asesinos, de forma muy sutil solo condena explícitamente los crímenes cometidos por el Estado Peruano. Para los autores (empleando viejos argumentos maniqueos propios de la guerra fría) son siempre los detentadores del poder los únicos responsables de la fratricida violencia del “conflicto armado interno” y es el pueblo (incluido los camboyanos senderistas) sus únicas víctimas. Llegan incluso a plantear contundentemente que el Caso Uchuraccay aún no ha sido auténticamente resuelto, afirmando que quedan abiertas dudas sobre la identidad de los verdaderos responsables de las muertes de los ocho periodistas, cuestionando el informe de la Comisión Vargas Llosa, cuando es de público conocimiento que la CVR(1) lo ha ratificado. Sin embargo los autores utilizan reiteradamente como una de sus fuentes primarias los testimonios recogidos por la CVR, pero obvian tajantemente sus conclusiones sobre el informe de la Comisión Vargas Llosa.

Los portadores de la verdad: Luis Rossell, Alfredo Villar y Jesús Cossío fueron financiados por una beca la Fundación Rockefeller por tres años para realizar la investigación que culminaría con la publicación de RUPAY. El ritmo narrativo de la historia es constantemente cortado por viñetas de resumen plagadas con excesiva información. Textos condensados y aglutinantes que por momentos empantanan el desenvolvimiento secuencial de la historieta y la vuelven densa, pesada, cansina. Se presenta la historia muy apretada por la necesidad de condesar en pocas páginas demasiadas violaciones a los derechos humanos. Torturas con saña, sangre por doquier, matanzas indiscriminadas con decenas de víctimas inocentes son parte de un importante documento ilustrativo sobre aquellos años del horror, de valida lectura didáctica para tomar conciencia de la demencial barbarie de los ochentas. Pero estos son argumentos que no bastan por si solos para ser la garantía de una historieta artísticamente lograda y de calidad.

Si Rupay(en quechua) significa alumbrar (o encender), la intención confesa de los autores (Rossell y Cossío) es develar una suerte de discurso oculto, marginado, subalterno que confronte a los discursos oficiales ejercidos desde el poder.

En una entrevista Luis Rossell declara: “nuestra memoria parece estar oscurecida debido a la manipulación de políticos, medios de comunicación, grupos empresariales, altos mandos militares y demás personas, que al parecer lo único que buscan es seguir tiñendo las mentes”…“Hay una fuerte campaña de olvido e impunidad desde los sectores conservadores, además de los 10 años de fujimorismo que han hecho lo suyo en materia de propaganda reaccionaria”.

Lo cual coincide en buena parte con la declaración de principios de la editorial La Oveja Roja de España, donde afirma que:

“A nadie se le escapa que en el seno de nuestra sociedad siguen existiendo enormes muros de silencio. Si nos quedamos tan solo con lo transmitido por los periodistas de la gran prensa, con lo interpretado por esos corresponsales que viven en los mejores barrios de las más caras ciudades, y con lo escogido y traducido por los grandes grupos de edición, apenas conseguiremos asir una mínima parte de lo que viven y piensan nuestros compañeros de viaje. Los puentes tejidos entre nuestras gentes parecen beneficiar siempre a los mismos. Los más poderosos, quizás; los más influyentes, sí; los «responsables», bien; pero ellos no son todos. Cualquier obra sin grandes pretensiones «comerciales» será excluida de todo circuito «comercial». Cualquier pensamiento crítico quedará por fuerza al margen… Queríamos dar la voz a quienes merecen ser escuchados. Queríamos apoyar la difusión de los análisis críticos que tanto necesitamos para construir un mundo con el que queramos soñar. Queríamos resistir y nos pusimos a crear.”

Queda clara la verdadera intención: Se busca desmitificar cualquier versión oficial e insertar una mirada sutilmente transgresora, antiburguesa, anticapitalista, antireaccionaria, anticonsumista etc. Las buenas intenciones (sociales o políticas) no se traducen necesariamente en obras con talento artístico. El panfleto ideológico, por lo general, sirve de pretexto para camuflar un mediocre intento de creatividad. Lamentablemente RUPAY es un buen ejemplo de ello.

Nota:
(1) CVR: Comisión de la Verdad y la Reconciliación.

1 comentario:

  1. señor zarate:

    algunas observaciones a su reseña:

    1. primero, no discutiré su gusto o disgusto por nuestro libro. sólo señalaré algunos puntos de vista suyos que me parecen tendenciosos.

    2. Usted dice: "de forma muy sutil solo condena explícitamente los crímenes cometidos por el Estado Peruano. Para los autores (empleando viejos argumentos maniqueos propios de la guerra fría) son siempre los detentadores del poder los únicos responsables de la fratricida violencia del “conflicto armado interno”...
    Parece que no ha leido con suficiente atencion el capitulo dedicado a la matanza de Lucanamarca, donde señalamos claramente no sólo a Sendero Luminoso sino a su jefe mesíánico, Abimael Gusmán, como perpetradores de atrocidades igual de bárbaras como las de las FFAA. Además, en el capitulo dedicado a Chungui, narramos las varias maneras en que SL esclavizó y destruyó la forma de vida de los pobladores ayacuchanos.

    3. "Llegan incluso a plantear contundentemente que el Caso Uchuraccay aún no ha sido auténticamente resuelto, afirmando que quedan abiertas dudas sobre la identidad de los verdaderos responsables de las muertes de los ocho periodistas, cuestionando el informe de la Comisión Vargas Llosa, cuando es de público conocimiento que la CVR(1) lo ha ratificado."
    La CVR no ha ratificado el informe Vargas Llosa. Se hizon una nueva investigación y se entrevistó de nuevo a varios testigos. Eso no suena a "ratificar" algo, ¿verdad? Es por la cantidad de datos nuevos que encontramos que lo que hacemos es plantear preguntas sobre episodios y no apostar "contundentemente" ninguna verdad.

    4. "El panfleto ideológico, por lo general, sirve de pretexto para camuflar un mediocre intento de creatividad. RUPAY es un buen ejemplo de ello."
    Usted puede calificar nuestra creatividad como le guste. No nos resentimos por ello, hay gente a la cual le gusta nuestro libro y otras a las cuales no. Pero lo de "ideológico" es menos adecuado: la indignación por los crimenes cometidos por AMBOS bandos no es ideologia ni panfleto.

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