Alejandro Jodorowsky nos habla del estreno mundial de “La Danza de la Realidad”
Por Dominga Ortúzar, Coty Arena, Roberto Doveris
Después de 23 años de su última producción, el escritor-poeta-psicomago-cineasta Alejandro Jodorowsky estrena su nueva película “La Danza de la Realidad” en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes. En medio de la agitación del Festival y el mismo día de la premiere mundial, accede a conversar con CinemaChile sobre esta adaptación a la pantalla grande de su autobiografía, protagonizada por su propio hijo.
Alejandro, la película es una adaptación de una autobiografía. ¿Cómo te sentiste al regresar a Tocopilla, donde pasaste tu infancia?
Tocopilla no ha cambiado nada en 60 años. Está idéntico, salvo que ahora tiene una polución tremenda de una fábrica instalada ahí y que está matando a todo el mundo. Hay unos 35.00 habitantes, los hombres trabajan en las mina y las mujeres hacen limpieza en otras ciudades, pero aún así aman su ciudad y no se van de allí. La verdad es que Tocopilla necesita salir más en el mapa, que se le reconozca; es increíble y bello y la gente estaba muy motivada. Por ejemplo, los 300 mineros que salen en una escena son gente de la zona, o cuando filmamos la calle de las putas también lo hicimos con mujeres de la ciudad que se disfrazaron y fueron. Estaban todos felices de actuar, todos colaboraron. Hay un barrio en particular, donde alguien había leído el libro y fue muy sorprendente. Yo incluso dije que quería que fuera el estreno mundial en Tocopilla.
¿Y en términos personales, de reencuentro con el pasado?
Sufrí mucho en Tocopilla porque yo era distinto, pero llevaba la ciudad en el alma. Volver ahora y ser reconocido fue muy extraño, imagínate que cuando chico los niños no querían ser amigos míos.
¿Cuál es el límite de la ficción y la realidad en la película?
Yo juego con eso, me doy licencias. La imaginación como un refugio, pero la imaginación también puede ser el disparador de muchas otras cosas. Yo uso la imaginación, es una riqueza y esta película es cómo se imagina el niño que es en el mundo. Por ejemplo la anécdota del caballo de Ibáñez, él para mi es el Pinochet de esa época: mató a los pobres, a los homosexuales, a los de izquierda. Y la historia que aparece en la película sobre el caballo algo tiene de realidad, yo efectivamente comí con el hijo de Ibáñez y me regaló un libro, y a partir de eso yo inventé lo del caballo.
¿Cómo podemos observar los fundamentos de la psicomagia en la película?
Yo lo uso, hay muchos actos de psicomagia en el rodaje y dentro de la película. El hecho que mi hijo interprete a mi padre me aproxima distinto a ambos, es un acto sin duda.
Hay una relación muy violenta y honesta entre padre e hijo en la película.
Bueno, en varias obras mías hay cosas bien terribles de padre e hijo, historias de abandono, de cortar los brazos. Chile es un país de padres ausentes, si los hombres fueran diferentes sería otra historia, yo realmente no quise repetir los mismos errores y por muy artista que fuera, no podía estar mirándome el ombligo todo el tiempo. Cuando di el paso del yo al tú, al nosotros, uno deja los sufrimientos y me dije a mi mismo que hay que hacer arte para nosotros, no para uno. Por otro lado, tú ves el cine hoy y se trata de un arte para consumidores, yo creo que hay que hacer arte para el colectivo.
Qué piensa sobre el cine chileno y cineastas que tienen una postura similar a la de usted, que es no ir directamente al mercado sino sostener sus propias búsquedas artísticas. ¿Cuál sería su consejo para esos cineastas jóvenes?
El cine es una industria muy cara, y mi consejo es que no vivan del cine, no dependan de él. Yo he visto a todos los grandes talentos siendo tragados por la industria, y se apagan porque tienen que hacer una película tras otra para poder vivir. Yo mismo me demoro 5 años para hacer una película, o 10 años, y luego hago la siguiente. Para mí el cine es algo que puedo hacer los domingos. En el camino de una producción te vas dando cuenta que todo es carísimo, sobre todo por los efectos especiales que incluimos en “La danza de la Realidad”, por eso hay que ser cauteloso.
Usted trabajó en un proyecto llamado “Duna”, y hace poco un documental recogió esa experiencia.
Allí yo hice un manifiesto, qué es lo que yo creo que debería ser el cine. Era una película de ciencia ficción muy ambiciosa. Y aunque la película no se terminó, igual hay un material circulando a modo de documental, hay que lanzarse no más. “Duna” es una película inconclusa y punto, pero una película al fin y al cabo.
Y respecto a “La danza de la Realidad”. ¿Qué esperaba del estreno?
La verdad yo no tenía idea de cómo podría reaccionar la gente, no quise mostrar la película a nadie. No tuve fondos para filmar, no quise hacer entrevistas y ni siquiera le mostré a los productores hasta que estuve seguro. Yo no hago películas para alguien determinado, no es una película para un público que ya exista entonces es pura incertidumbre. Y la buena reacción acá en Cannes me emocionó muchísimo. Estoy contento y tranquilo.
En el Q&A usted dijo que la película no era chilena, casi tan despatriada como usted. ¿Cómo es eso?
Mira, yo fui con mucho amor a grabar a Chile, pero no logré financiamiento chileno por desgracia. Todas mis películas han sido exhibidas en Cannes, pero pero por alguna razón el Fondo Audiovisual en Chile nunca nos dio nada de recursos. Por eso no puedo desconocer que el 50% del financiamiento es Francés, el 25% es Mexicano, entonces una parte pequeña es Chilena aunque hayamos filmado allá. Yo estuve muy enojado un tiempo diciendo que la película no era chilena; yo creo que el Fondo Audiovisual debería financiar muchos más proyectos que los que está financiando, y arriesgar un poco más.
¿Usted utilizó crowdfunding para esta película, no?
En twitter tengo 700.000 seguidores, y por eso ocupé crowdfunding, y logré consegur 40.000 dólares. Sin embargo cuando entraron los productores y conseguimos el dinero de la película decidí devolver peso a peso esos 40.000 dólares. Al final fueron fundamentales porque dieron el puntapié inicial y el apoyo de la gente nos entregó la moral de comenzar a buscar más recursos
¿Cuál fue tu última película, Alejandro?
Mi película anterior fue hace 23 años. La exhibí en Venecia, y recuerdo que en esa época le dimos un premio a José Donoso. Yo lo entrevisté y le comenté que yo escribía. Así comenzó mi carrera de escritor, Donoso me consiguió un editor y comencé a publicar. Esa historia me gusta contarla porque realmente así es como escribí todos mis libros. Respecto a la película “The rainbow thief”, era un proyecto gigante, en esa época costó 13 millones de dólares lo que era carísimo ya en ese entonces. Ahí dependía del productor cien por ciento, poniéndome a viejos decadentes haciendo papeles de jóvenes, exigiéndome nada de violencia, un editor de la película completamente de su lado. Ahí conocí lo que es el cine industrial, y de verdad nunca más.
Y para cerrar, ¿qué nos puede decir sobre el cine?
Yo sobre el cine digo… no sé, “La danza de la realidad”. Ahí está lo que yo creo del cine y del arte, y hacia donde quiero construir esa relación. Si no hago una película más, ésta va a ser el testamento.
CinemaChile. 19 de mayo del 2013.