Por Gabriel Zárate
Invitado a la “Feria Internacional del Libro de Lima 2012”, en julio pasado, para ser homenajeado por Cámara Peruana del Libro como correspondía, Ciruelo Cabral, el extraordinario ilustrador argentino de gran prestigio internacional por su fascinante universo heroico de hadas y dragones, fue una de las grandes presencias del evento peruano. Ciruelo tuvo la excesiva gentileza de concederle una entrevista a “El lector de historietas”. Solo lamentemos la demora en publicarla y reafirmamos nuestra enorme gratitud a una persona inmejorablemente única y excepcional.
Ciruelo, coméntenos sobre sus inicios como dibujante ¿Cómo nace su vocación por dedicarse al dibujo, a la ilustración? ¿Cuáles son sus primeras influencias gráficas?
Bueno, en realidad debería decir que no sucedió un inicio propiamente dicho sino que todo fue bastante natural. Desde muy chiquito como cualquier niño yo dibujaba, me interesaba dibujar, estoy hablando que a los tres años ya estaba dibujando algo en un papel, lo que ocurre con todos los niños, y en realidad nunca dejé de dibujar hasta el día de hoy. No hubo un momento en que dije: “Quiero ser dibujante”, pues siempre lo fui, pero si se dio una circunstancia decisiva: Después de la primaria, a los doce años los maestros le dijeron a mí madre que convendría el enviarme a una escuela secundaría donde hubiese dibujo y le recomendaron El Instituto Fernando Fader, único en ese momento en Argentina y creo que en toda Latinoamérica, que era secundaria y al mismo tiempo tenía materias artísticas.
Estudiando allí se dio un aceleramiento en el aprendizaje y en el estímulo necesario para que me convirtiera en artista. Esa escuela la terminé a los 18 años y de inmediato empecé a trabajar como ilustrador publicitario. Desde los 16 años entré en contacto con la producción de otros artistas gráficos y recién me di cuenta hacia donde podía ir en lo que a mí me gustaba hacer, que era arte fantástico. Descubrí las creaciones de Roger Dean y Frank Frazetta, después también a muchos otros, pero ellos dos me marcaron desde el principio y me dieron un horizonte al cual apuntar.
Empezó muy joven a trabajar en una compañía gráfica de publicidad, luego fue ilustrador de la revista Fierro, en un país como Argentina con una solida tradición por la historieta ¿Qué nos puede decir de su paso por la revista Fierro y de los artistas que conoció? ¿Cómo evalúa ese periodo de aprendizaje en su trayectoria?
Cuando terminé la secundaria me hubiese gustado poder hacer Bellas Artes a nivel terciario, la facultad, pero mi situación económica familiar era muy precaria, entonces decidí que no iba a ingresar aquel año; me iba a tomar ese tiempo para trabajar pues lo necesitaba. Yo sabía que si en el futuro me interesaba ingresar a Bellas Artes podía hacerlo más adelante. La cuestión es que empecé a laborar en una agencia de publicidad donde aprendí mucho, del director de arte, de la misma agencia y de otros colegas ilustradores. Mi jornada era de ocho horas por día e inmediatamente colaboraba para otras publicaciones, editoriales y agencias a modo freelance. Después de mis ocho horas de trajín volvía a casa y continuaba trabajando.
De los 18 a los 23 años era prácticamente producir 24 horas diarias, porque tenía, como dije antes, la necesidad económica de hacerlo. Realmente veníamos de una situación muy complicada y era el primer momento en que empezaba a ganar dinero en serio. Poseía calidad como para ser un ilustrador profesional, había numerosas ofertas y yo con todas las ganas y el entusiasmo dibujaba sin parar días y días. Entre esos clientes freelance estuvo la revista “Fierro, que empezó el año 1984. Antes de ello, me llamó la gente de “La Urraca”, la editora de “Fierro”, junto a Juan Sasturain, para otra revista. Cuando salió “Fierro” me volvieron a convocar porque ya me conocían. En “Fierro” conocí a muchísimos dibujantes, la mayoría argentinos, algunos europeos como Moebius y entre los argentinos estaban Juan Giménez, Horacio Altuna, Chichoni, Nine, Alberto Breccia, Enrique Breccia, Cacho Mandrafina, un montón de artistas increíbles y vincularme con ellos me dio un estímulo muy grande, me marcó, pues obviamente ya sabía lo que quería hacer y todo esto me señalaba la dirección a seguir, pero para vivir como ilustrador profesional solamente dedicado al arte fantástico en Argentina no se podía, no había otras editoriales que te dieran continuidad en esta clase de oficio. La única manera era laborar en publicidad y paralelamente hacer arte y yo quería estar 100% haciendo este tipo de cosas.
En un momento tuve la oportunidad de viajar a Europa y ver ahí lo que pasaba. Tenía un amigo ilustrador que se había ido el año 1986 y él me llamaba, me escribía, me decía: “Ciruelo tienes que venirte, porque acá encontrarás tu mercado”. De hecho fui a visitarlo el año 1987, inmediatamente entré en contacto con las editoras del cómic español en Barcelona, quienes me dijeron: ¡Ven a vivir aquí que vas a producir para toda Europa! y así fue. Volví a Argentina, preparé todo, nos casamos con Daniela y nos fuimos a vivir a España en el año 1987 y desde ese momento radicamos en Barcelona.
¿Cuándo surge su fascinación por la mitología celta de hadas y dragones? ¿Fue lector precoz de narrativa de fantasía heroica? ¿Qué papel juega JRR Tolkien en la concepción de su obra?
La fantasía épica de origen celta tuvo una gran importancia en mi trabajo, especialmente desde que llegué a Barcelona. Me contacté con una editorial que publicaba literatura fantástica y me pedían que hiciera las portadas. La literatura fantástica ya me atraía como lector y como artista desde Buenos Aires, donde había leído a Tolkien, sin embargo no era el único espacio en el que yo me quería desenvolver, pues albergaba mentalmente un mundo fantástico que quería ilustrar, que no era necesariamente épico medieval, europeo, celta, pero cuando fui a España, por los clientes con los que trabajé me concentré en ello y me encantaba.
Ahí fue cuando me especialicé en Dragones y poco después dibujaba para EEUU desde España, pero en los últimos años me acerqué a lo que en verdad me interesaba desde hacía mucho tiempo, tocar con mi arte el mundo precolombino de las culturas ancestrales de América, que tienen mucho que ver con el mundo celta y cuya cosmovisión me sugestiona particularmente. Como escritor también redacté una historia para mi libro “Hadas y dragones”, que transcurre con hadas, dragones pero en un universo “andino”. Lo alteré mucho, hice un mundo maravilloso donde no son concretamente pueblos como el Inca o el Maya. Concebí una mezcla de todos en un período de tiempo muy mágico en el pasado y realmente tiene una conexión demasiado grande con todas estas culturas Maya, Inca, Mapuche. Transcurre en una especie de Patagonia andina, pues mis mundos fantásticos van moviéndose con las diferentes épocas de mi vida, sin embargo lo que a mí me interesa es siempre lo mismo: Los universos paralelos fantásticos, al que el ser humano tenía acceso en la antigüedad, todas las culturas ancestrales convivían con estos mundos extraordinarios cotidianamente y es solo en nuestra actual sociedad que se descalifica todo ello, se lo tacha de ilusión vana, de supersticiones, se le quita importancia. En cambio a mí me parecen universos muy reales y equivalentes a este en el que vivimos.
"El Libro del Dragón", de 1990 fue el inicio de su consagración mundial. Coméntenos sobre el origen de este libro.
En la editorial catalana para la que yo comencé a dibujar el 1987, vieron que el trabajo que estaba haciendo con ilustraciones era muy importante, de mucha más calidad de lo que ellos esperaban y me ofrecieron hacer un libro ilustrado, que no era algo que ellos publicaran usualmente. También logre contactárteme con una editorial inglesa que publicó mi primer libro, un libro de artista, con todas mis obras, incluyendo epígrafes, narrando las técnicas empleadas: Un Art Book, (“Ciruelo”) por la editorial Paper Tiger.
Tenía solo 26 años, muy joven para tener un Art Book, en realidad nunca había soñado con algo así y la editorial hizo una maniobra importante al publicarlo, entonces empecé a desarrollar "El Libro del Dragón". Paper Tiger se interesó en el proyecto: “Nosotros queremos editar ese libro, el del dragón” y lo publicó el año 1990. A partir de ahí se hizo conocido en todo el mundo, porque Paper Tiger tenía una distribución internacional muy grande, sobre todo en EEUU, y fue así como en el mercado norteamericano me conocieron directamente como artista de dragones. A partir de ahí me empezaron a llamar editoriales americanas encargándome que dibujara dragones para ellos, así que bueno, esa es un poco la respuesta.
De ilustrador se convirtió en un autor de novelas ilustradas, un cabal narrador de historias ¿Cómo surge su interés por la literatura como acto creativo?
Desde muy chico siempre dibujé, leí, hice música y deporte, para mí todo eso era lo mismo, disfrutar con cosas que tenían un trasfondo artístico de expresión y las mantuve toda mi vida. Yo siempre digo que ahora estoy haciendo lo mismo que cuando tenía seis o siete años, no cambié para nada. De ser un ávido lector a escribir hay un paso solamente y ese paso lo di cuando tenía doce o trece años, andaba escribiendo apuntes, impresiones y los guardaba en carpetas que acumulaba con dibujos.
Si bien el dibujo se cristalizó primero y me convertí en un profesional del dibujo, la pintura, la ilustración, la literatura las seguí haciendo como la música, siempre de modo secundario, pero en 1989 con el "El Libro del Dragón" escribí varios textos para este libro en compañía de una escritora e investigadora catalana, que había hecho investigaciones sobre leyendas de dragones europeos. A medida que "El Libro del Dragón" fue reeditándose en los 90s empecé a tener un mayor control. En 1997 lo edité, comprándole los derechos a esta escritora y decidí yo solo reescribir todo el libro. Después salió mi tercer libro “Luz, el arte de Ciruelo”. “Hadas y dragones” es el primer libro en el cual escribí seriamente una historia, después están “Cuaderno de viajes” y “Cuaderno de sueños” donde hay imágenes y textos muy breves pero concisos, estilo haikus. Son abreviaciones en cuanto a palabras pero lo más grande en cuanto a conceptos, eso me gustaba mucho, con dibujos en blanco y negro. Digamos que la escritura en los últimos años afloró pero es algo que me viene de toda la vida.
En su opinión ¿cómo se puede estimular la imaginación o protegerla, en una cultura dominada por lo audiovisual, donde la lectura pierde terreno?
Sí, hay una parte de esta sociedad tecnológica en que estamos viviendo, en la cual se pierde la costumbre de la lectura de libros, pero yo creo que se está ganando otros hábitos de la lectura en pantalla, ya sea a través de emails o de surfear en internet y encontrar páginas que nos interesan, de cualquier tipo de temas, ello hace que tengamos que leer también. Lo que ocurre es que están cambiando los formatos, las plataformas, sin embargo creo que se consume más literatura, más dibujos y pinturas que nunca, igual sucede con la música, si bien sabemos que la música empieza a ser gratis: La gente no paga, no compra discos, pero se escucha más música que nunca, se lee más libros que nunca a través de internet porque hay muchos libros gratis, infinidad de artículos y también ilustraciones.
La mayoría de gente que conoce mi arte no pagó por ello, porque lo conoció a través de internet, sin embargo de algún modo yo estoy retribuido en mi obra por esa promoción que se me hace en internet. Lo único que tengo que hacer es entender por donde se está moviendo el flujo cultural de la gente y tendría que encontrar las maneras, porque todo está cambiando en los últimos diez años. El mundo de la cultura ya no es lo que era, por eso yo no diría que se lee menos, se lee mucho más, se consumen más imágenes, más ilustraciones que antes pero de manera diversa y todavía no somos consientes, ni los editores ni los que crean plataformas para generar blogs, ni los de facebook y los de twitter. No sabían que iba a ocurrir todo esto cuando lanzaron sus herramientas virtuales.
¿Pero la televisión, los juegos de rol no atentan contra la lectura?
Yo creo que internet atenta contra la televisión, cosa que me parece fantástico. Yo no tengo televisor hace más de quince años, ni lo necesito. Mis hijos se crían sin la televisión, que pertenece al siglo XX, es algo ya muy antiguo. En internet, en youtube uno pude ver documentales o películas en el momento que quieras, sin comerse propagandas. Es obvio que los videojuegos atraen a un chico de 15 o 16 años que tal vez en alguna época podría haber leído y ahora está consumiendo todo su tiempo delante de un videojuego, quitándole horas de lectura. Ese campo no lo conozco muy bien porque nunca me acerqué a videojuegos.
Lo que digo es que internet pese a que puede tener una parte de distracción, donde se consume el tiempo que el chico le puede dedicar a la cultura, tiene cosas muy interesantes culturalmente hablando. El problema no es el medio sino la educación que los padres les dan a los hijos, si los padres los abandonan… pues la mayoría de los chicos no tienen el apoyo constante de sus padres, porque ellos están trabajando 10 horas por día. Los chicos vuelven del colegio y no tienen a sus padres ahí para decirles: “Bueno, ahora apaga el televisor o miremos esto en YouTube juntos”. Claro que hay un grave problema, pero no creo que responda tanto a la tecnología sino al descuido de los padres con la educación de sus hijos y eso viene por la necesidad descabellada de trabajar tantas horas en esta sociedad en la que vivimos.
El 2001 visitó el Cuzco y Machu Picchu, y lo hizo guiado por un chamán indígena. Fue un viaje que “resultó mágico” según sus propias palabras. Puede narrar para los lectores peruanos algunas de sus impresiones de ese primer contacto con la cultura inca y los elementos comunes que descubrió con el mundo incaico en aquel inolvidable viaje.
Yo ya sabía que lo que encontraría, me iba a sorprender de tal manera que nunca lo olvidaría, porque siempre estuve interesado en la cultura inca, maya, mapuche, celta, china, india, australiana. Siempre me interesó todo ello, yo consumía mucho esa literatura, entonces entendía a dónde viajaba, que me hallaría cara a cara con una cultura misteriosa, mágica y eso descubrí. Lo que ocurrió fue tener un especial agregado, el ir de la mano de un peculiar personaje, un chamán indígena, quien realmente nos enseñó muchísimo, a mí, a mi hermano y a un par de amigos con quienes vinimos al Perú, de cosas muy mágicas, que no me eran ajenas, como dije antes.
Yo sé que el mundo es mucho más de lo que vemos, hay muchísimo, porque mi arte tiene que ver con ello, con un lado que es muy mágico en nosotros mismos: El hemisferio derecho del cerebro, toda la parte de la intuición, de los sueños, todo aquello que está lejos de la razón y de la lógica. Lo que descubrí al principio en el Cuzco y Machu Picchu fue contemplar eso: Bloques de piedra trabajados de tal manera que me rompió la cabeza contemplarlos, me di cuenta que los habían hecho gente muy diferente a lo que nosotros somos hoy y que pensaban de una manera que ni nos podemos imaginar, porque lo que está representado desafía toda nuestra lógica, todas nuestras leyes constructivas, lo que hicieron sigue una línea de pensamiento en cuanto a la arquitectura, de la que nosotros no tenemos consciencia, está completamente más allá. No es necesario hacer lo que ellos hicieron para construir, hay motivos mucho más profundos y que están delante de nuestros ojos pero no podemos entenderlos, porque nuestra cabeza se maneja en otra orientación, sin embargo esa línea me es muy natural. Cuando estuve ahí recién entonces me di cuenta de porque yo pensaba como pensaba, porque hacía mi vida como la hacía, porque rechazaba muchas cosas de las que rechazaba y porque mi mente buscaba ciertas cosas que no existían en el mundo occidental en el que vivimos.
Lo mismo me pasó con otras muchas culturas que estuve visitando y conociendo, de las cuales fui leyendo. Debo decir que justamente en las culturas ancestrales hay muchísimo conocimiento, de espíritus de la naturaleza, de la galaxia, de nuestra propia tierra, de la simbiosis que existe entre el hombre, las plantas y los minerales que nosotros actualmente hemos perdido. Creo que es muy necesario que volvamos a recuperar ese conocimiento, porque actualmente como vamos con esta civilización, sabemos que no tenemos mucho tiempo, todo el mundo sabe que esta sociedad es insostenible y si había algo que tenían las culturas ancestrales era la sostenibilidad, porque vivían en armonía con el entorno.
Usted afirmó en una entrevista que “El dragón… es la única figura mitológica que existe en casi todas las culturas”. ¿Porque piensa que se dio esta curiosa coincidencia en las diversas las culturas ancestrales sobre el mito del dragón? ¿Simple coincidencia?
Indudablemente no, no es una simple coincidencia, algo tiene que haber, sino no se hubiese mantenido el dragón, como se mantuvo, durante miles de años en todas las culturas y corresponde a lo que acabo de explicar: Hay unos mundos paralelos, dimensiones paralelas energéticas que ellos manejaban y conocían y que nosotros no estamos conociendo, sin embargo estamos empezando a manejarlas de otro modo. Antes hablábamos de la tecnología y en este momento todo lo que la tecnología nos ofrece, es un mundo virtual, que no existe pero existe. Si yo te mando un email con una imagen mía, físicamente no existe, son ondas electromagnéticas que se cristalizan en una pantalla, te puedo enviar una pintura que acabo de hacer y tú la vez en tu pantalla, pero físicamente no existe.
Incluso si hago arte digital, ni siquiera hay un original y te escribo una historia que es un email que tampoco existe, porque no hay ninguna lapicera, no hay papel, no hay nada, sin embargo es real, porque lo que tú lees es lo que yo quise escribir, pero estamos viviendo en un mundo virtual, en este momento estamos rodeados de ondas que transmiten imágenes palabras y música, todo el tiempo. Si agarramos una radio o un teléfono móvil podemos decodificar parte de esa información que está alrededor nuestro, si no lo tenemos no es posible. Esto es tecnología pero también es magia. Aquello que los chamanes llamaban magia, ellos ya lo habían usando hace miles de años. Lo que pasa es que nosotros no tenemos los aparatos para decodificar todo este mundo energético y dimensional del que estoy hablando, ellos si lo tenían hace miles de años. El dragón pertenece a esos mundos.
El 1987 viajó a Barcelona, ciudad donde lleva viviendo 25 años. En este tiempo ha podido retornar a Argentina a fijar su domicilio. ¿Porque “El señor de los dragones”, continua afincado en “La ciudad del dragón”?
(Risas). Bueno, porque ya mucha parte importante de mi vida se desarrolló en Barcelona, mis hijos nacieron en Barcelona. La primera casa que tuve en realidad fue en Sitges, un pueblo al sur de Barcelona. En Buenos Aires debido a los problemas económicos de los que te hablé antes, en realidad nunca tuve una casa, un barrio, un vecindario, siempre estuve mudándome de un lugar a otro.
En Barcelona fue donde construí mi casa y aparte lo hice con mis propias manos, fue una experiencia inolvidable, una enorme casa que sigo todavía remodelando y construyendo en un lugar hermoso, pero también viajo, continuadamente por todo el mundo. Prácticamente podría decir que vivo en muchos lugares al mismo tiempo. La relación espacio/tiempo que tenía hace 20 años ha cambiado mucho ahora; se puede viajar mucho más fácilmente, entonces no siento la necesidad de volver a Argentina. Si algún día lo sintiera indudablemente lo haría, de eso no me cabe ninguna duda porque ya lo he hecho una vez, entonces yo tengo la certeza de que si necesito, si quiero volver a vivir a Argentina o a cualquier otro lugar, simplemente lo hago.