lunes, 10 de octubre de 2011

Los recomendados: “Ibicus”, de Pascal Rabaté





Por Gabriel Zárate

Ibicus: Publicado por Vents d'Ouest (Francia) inicialmente en cuatro libros entre los años 1998-2001, es una libre adaptación de “Ibicus”, obra del narrador ruso Alexéi Tolstoi (1883-1945), con guión y dibujos de Pascal Rabaté. El tercer volumen fue ganador del Premio Alph-Art al mejor álbum de historietas del Festival de Angouleme (2000). El 2011 llegaría la versión íntegra de Ediciones Glénat (España) con 532 páginas.

Es 1917 en San Petesburgo; Rusia vive los catastróficos efectos de la devastadora primera guerra mundial y los prolegómenos de la caída del Zar y del Imperio Romanoff, un apabullado sistema ya insostenible. En un afrancesado café, vislumbrando la sangrienta hecatombe que está por explotar, Simeón Nevzorof, un hedonista y frívolo contable rodeado de amigos, narra su inaudito futuro, predicho por una vieja gitana años atrás, de inimaginables riquezas y asombrosas aventuras en un sanguinario mundo a punto de colapsar despiadadamente.

El estallido de la convulsión insurreccional de febrero y la instauración del gobierno de Kerensky, solo se sugiere narrativamente en tangenciales imágenes, sellando el precipitado inicio del porvenir pronosticado. Se revela un Simeón inescrupuloso y deshonesto enfrentado al porvenir, marcado por el signo del naipe Ibicus (la calavera que habla) y lanzado intuitivamente al ávido encuentro de su azarosa fortuna: Lograr el beneficio pronosticado sin reparos morales en el fragor ardiente de la dramática y encarnizada Rusia revolucionaria.

Un Moscú de sobrecogedora pobreza, cruentos disturbios, terrorífico miedo citadino, disoluta decadencia burguesa, perturbadora insurgencia en las calles, son el enardecido y temeroso escenario donde se desenvolverá Simeón luego de abandonar San Petesburgo, entrecruzándose con una lasciva pintora cocainómana y un granuja tahúr oportunista, como singulares compañeros circunstanciales que aparecen durante su impulsivo periplo moscovita en plena efervescencia brutal del Octubre Rojo, cuando los bolcheviques capturan violentamente la capital.

En el trayecto del desarrollo del relato, se configurará la imagen de un Simeón extraviado, que deambula huyendo del dantesco fragor ardiente de la violencia revolucionaria, encontrándose con el misterioso azar que define su insólita suerte de próspero bienestar económico en una sociedad que se derrumba estrepitosamente: Escenas de crueldad y muerte, hambre por desabastecimiento de alimentos, irrupción de devastadoras revueltas, imponiéndose la caótica y bestial anarquía en una catastrófica nación abandonada a su desalmada fatalidad donde reina la impiedad del horror, sugiriéndose como única explicación posible para el inhumano salvajismo brutal padecido, la idea que “Dios ha muerto”.

Simeón denota una extraña fusión de indestructible fortaleza y pusilánime ingenuidad en su comportamiento de infame marioneta arribista frente al turbulento destino. Despliega una perspectiva amoral de pétrea sobrevivencia con que confronta al violento mundo ruso en brutal ebullición y a su propia transformación personal de insondable deterioro ético. Los despiadados cambios transcurren en un plano social e individual. Un cínico oportunista que aprovecha con insensible vileza cualquier favorable situación. Simeón resulta un sujeto osado y timorato, de medrosa cobardía pero con una estoica fuerza sorprendente que le permite sobrevivir aterradoras situaciones límite, quizá por la ansiada obsesión ambiciosa de conseguir enriquecerse, su progresivo envilecimiento deshonroso que lo libera de la compasión axiológica y el férreo convencimiento que la venturosa fortuna estará sólidamente tangible en su oscilante trayecto de infame oportunismo.

“Ibicus” o “Aventuras de Nevzorov” fue publicada en 1924. Su autor es el Conde Alexéi Tolstoi, sobrino de Lev Tolstoi y también novelista, fue corresponsal de guerra para la prensa entre los años 1914 y 1916, inicialmente tuvo una reacción hostil frente a la revolución socialista emigrando de Rusia en 1917, primero a Paris y luego a Berlín, para retornar finalmente en 1923 ya como militante del PCUS y dedicarse a la narrativa histórica y de ciencia ficción.

Retrato fragmentario y demencial donde se vislumbran inhumanas escenas de históricas transformaciones políticas y sociales, con incendiarias revueltas rurales, exasperados campesinos famélicos cargados de furiosa ira, muchedumbres desplazadas en desesperante huída, pueblos abandonados colmados de cadáveres. Es el trágico destino de una torturada nación que se forja con el inclemente fuego de la efervescente violencia fratricida, narrado sesgadamente a través de la distanciada mirada de un codicioso advenedizo que culminará de descarado proxeneta en Estambul, como una hedionda exploración de la abyecta atmosfera de miseria humana en el implacable torbellino del calcinante frenesí bolchevique.

El trabajo visual de Pascal Rabaté es de un híper expresionismo impactante, dibujando con un desenvolvente trazado, alargadas figuras de desproporcionada anatomía, como estrategia pictórica para transmitir la cáustica naturaleza subjetiva de los tortuosos personajes. Combinando diversas tonalidades grises con el acentuado negro, empleando la aguada con trazos de pincel para difuminaciones cromáticas, logrando permanentes juegos de luces y sombras, con la soberbia destreza del mejor Alberto Breccia. Pero es el pausado y silencioso ritmo secuencial de pocas viñetas por página y economía del lenguaje escrito, con que estructura la narración en imágenes del relato, logrando con ello producir la sensación temporal de una autentica novela gráfica, con la extensa magnitud del folletín ruso decimonónico. Pascal Rabaté consigue una magnífica obra maestra de la historieta contemporánea, que le otorga una posición privilegiada en el noveno arte europeo de fin de siglo.

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