Por Gabriel Zárate
En Argentina, siguen surgiendo dibujantes talentosos, pero gráficamente en la mayoría predomina un estilo humorístico. Esta crisis de la representación realista: ¿Es una tendencia propia que refleja las preferencias de la época o es una exigencia del mercado europeo? ¿Hay relación entre el caricaturesco humor y una hegemónica cultura hedonista global? o ¿es la desenfrenada influencia del incontenible Manga?
No percibo a demasiados dibujantes argentinos inscritos dentro del estilo Manga. Si veo a varios dependientes de ciertas tendencias europeas, de dibujantes franceses como Manu Larcenet. Se nota mucho la onda europea más que el Manga. En los muy jóvenes, a lo mejor se encuentran chicos basados en la estética del Manga, pero los jóvenes profesionales observan más a Europa, me parece.
Hay también un grupo que trabaja para el mercado americano haciendo un dibujo realista. Es una generación de dibujantes que se ha formado leyendo el comic americano de los ochentas. Entonces ya son otro conjunto de gente.
La Fierro tiene de eso, mucho dibujo humorístico personal que se aleja de los parámetros de la representación realista. Son tendencias, modas, pulsaciones, no sé qué va a pasar... Es inevitable que uno siempre este influenciado: la escuela argentina nace de la escuela americana. Invariablemente todas las generaciones han tenido su modelo foráneo. Hugo Pratt viene de Milton Caniff. Diversos dibujantes han derivado de Caniff, de Foster o de Raymond. Todos venimos de otro lado. Así que es tan legítimo seguir al Manga como seguir a Raymond. Es lo mismo, siempre existen diferencias en gustos.
¿Es predominante la influencia francesa, entonces?
Yo creo que si, en cuanto a los jóvenes autores de prestigio hoy en día. El Manga prende en los chicos más jóvenes que están haciendo fanzines. La diferencia que yo percibo, es que la mayoría de la gente entiende el Manga solo como determinados recursos gráficos: El ojo grande, ciertas convenciones para dibujar los rostros o la figura humana.
Pero el Manga no es únicamente eso: Es una forma de contar, tiene que ver con el diseño en que ellos organizan el ritmo narrativo de la historia, el uso de los cuadros mudos, el empleo del tiempo, Lo demás es cosmético. La mayor parte de personas que hacen Manga, lo confunde con la estética del Anime. El Manga es muy interesante desde el punto de vista narrativo. Es tan historieta como cualquier otra, su diferencia tiene que ver con los formatos y nada más: La cantidad de páginas, la duración de la introducción, pero los que están deslumbrados por el Manga tiene una devoción por su aspecto meramente formal y superficial.
Entre los jóvenes historietistas argentinos, usted es un referente muy popular y querido. ¿A qué piensa que se debe su gran carisma entre la juventud historietística argentina?
Es una virtud… para mí, todos estamos inmersos en lo mismo y hablamos el mismo idioma, con las diferencias del caso y las peculiaridades personales de cada uno. Es un sentido de comunidad. Aparte yo siempre he creído en el tema del grupo, en el cooperativismo, en sentirte parte de un todo trascendental que te supera. Entonces para mí no es ninguna virtud, es una cosa natural. No lo tomo como una cosa distintiva o algo de lo cual tenga que enorgullecerme. No me propuse hacerlo como una política, en forma calculada.
Yo disfruto mucho hablando de dibujo, dando charlas del oficio, con pares, con aficionados, con gente interesada por el tema. A veces ocurre que hay individuos que se sienten amenazados. Piensan: “No voy a avivar giles (tontos)”, no desean abrirles los ojos, pues si transmiten lo que saben a otro, luego temen ser superados después. No te pasan los datos, porque “cuidan su quinta”. No creo en eso, porque si tengo información y le pude servir a un dibujante, que él entonces pruebe suerte. No me lo voy a guardar para mí, porque mi trabajo lo hago yo. Si toman a un dibujante, será por su capacidad y si no les interesa lo que yo hago, buscaran a otro historietista. No veo esa cosa egoísta, de desconfianza, de querer protegerse a uno mismo siendo mezquino. Pienso que se puede compartir todo. Si puedo ayudar a alguien lo hago, así como hubo gente que me ayudo a mí.
Cuando afirma que: “Los blogs fomentan el personalismo y el narcisismo”, pareciera que le preocupa que los blogs de autor generan una posible frivolización de la profesión de dibujante. ¿Qué alternativa propone frente a una realidad virtual apabullante que nos exige existir inmersos en la gran red?
No sé si hay alternativa. Yo cuando afirme eso… después me dije: “Quizá fui muy duro”, se hizo tanto lio entonces… no fue mi intensión la de criticar a alguien en particular, no quería desatar ningún tipo de polémica, te lo aseguro. Pero si lo sigo pensando… que tiene que ver, con lo que estábamos hablando antes.
Te hace perder tiempo inútil el estar buceando en los blogs y hay cosas que son malas o mediocres. Para separar la paja del trigo se desperdicia demasiado tiempo. También es muy humano… quieren publicar sus trabajos para que el planeta los contemple. Yo lo que quise sugerir, cuando hablé de eso, de alguna manera, fue que haya una mayor autocrítica, un mayor sentido de la responsabilidad del trabajo gráfico, porque cuando trato con dibujantes jóvenes los veo muy impacientes por tratar de salir al ruedo y cuando uno les dice muchas veces: “Mira, te falta, corrige eso”… ¡No les gusta nada!
Hay una necesidad muy precoz de tener que encontrarse ya en los medios.
Exactamente, mucho antes de que estén preparados para ello y además te das cuenta, que mucha gente joven no se toma bien la crítica. Te responden: “Yo ya puedo, yo ya estoy”, y les contesto: “Pero no te apures, corrige tal cosa, mejora tal otra, porque si no, te expones a que desvaloren tu trabajo, a que no te tomen en serio”. Entonces al hablar sobre ese tema, simplemente quise hacer hincapié en eso, pues veo mucho blog mediocre, que ocupa espacio y es solo para el grupito de amigos, para que les den la palmada virtual sobre el hombro y les digan: “¡Qué bárbaro, eres un maestro!” ¡Al final todos son unos maestros!, es medio loco el término. A mí me molesta cuando me dicen maestro también, pues yo no soy un maestro de nada y menos un pibe de 20 años (¡Maestro! ¡Grande!). En su propio universo alternativo, hay tanta franela mutua que les pueden hacer perder el norte, más si son tan jóvenes.
Hay una percepción distorsionada de la propia obra
Exacto y cuando verdaderamente quieran salir al mundo real, se van a mandar una patinada de frente, porque recién se van a dar cuenta que las cosas son mucho más competitivas. Eso fue lo que quise decir… nada más que eso.
Están todavía verdes, pero ya se la creen…
Era para debatir sobre eso y punto. Pero mucha gente, que también me parecía legitimo, me respondió en su momento: “Pero es lo que a mí me gusta. Yo lo hago, no porque quiera trascender, sino para compartirlo con mis amigos”. Está bien, tienen razón si lo quieren para eso… pero bueno, no era para tanto.
En medio de la industria gráfica argentina en recomposición, aparecen blogs como “Historietas Reales” que han permitido a muchos jóvenes dibujantes acceder a otro tipo de soporte para dar a conocer sus trabajos y después verlos editados. ¿Qué opina de Historietas Reales? ¿Le parece una opción válida para quienes no tienen acceso directo a la publicación impresa?
Si, por supuesto que es válido. En lo personal, a mí el género de Historietas Reales mucho no me llama la atención. Por formación me atrae más, la narración que tiene que ver con la novelística, con las ficciones. A veces, me parece un poco excesivo el regodeo pseudoautobiográfico en este tipo de historias. Pero está bien, son los gustos, es una postura subjetiva y para nada condenatoria. Evidentemente fue una gran idea, pues salieron muy buenos trabajos. No me interesa el género autobiográfico en particular, esa es mi única observación.
Entre los dibujantes argentinos ¿mencionaría algún historietista injustamente olvidado?
Muchísimos…No sé si olvidados completamente, pero no valorados quizá en su totalidad. Pero bueno, que se yo… Hace poco leyendo el buen blog de Miguel Dao, quien es un coleccionista apasionado por la historieta y escribe muy bien, es muy provocativo, saca a relucir muchos nombres. Recientemente escribió algo sobre Leonardo Wadel y habla un poco ahí, de un tema bastante polémico, de “la canonización de Oesterheld”, que terminó opacando a numerosos nombres, historietistas igualmente valiosos. Cuanta gente buena, sólida, grandes narradores, dibujantes e ilustradores que ahora son nombres olvidados. Está bien, es un poco el destino humano…
De repente, el excesivo engolosinamiento con los personajes de siempre, hace olvidar a mucha gente talentosa que pasó. Le escribí a Miguel Dao: “Que bueno éste articulo”, pues a Leonardo Wadel yo lo conocí cuando trabajaba para Alemania (era de origen alemán) y seguía produciendo guiones.
Así un montón de gente. Alberto Balbi, un gran historietista ¿Qué fue de la vida de Balbi? Un dibujante impresionante. El mismo Lucho Olivera, que es más conocido, pero si Lucho hubiese vivido en otro momento, si hubiera tenido otras oportunidades, hubiese sido tan grande como el mismo Moebius a nivel internacional. Así hay abundantes nombres o trabajos olvidados, muchísimos. A mí quien me gusta mucho y siempre lo voy a traer a la palestra es a Silvestre Szylagyi, otro gran dibujante, pero que no está entre los que se nombran siempre. Está bien, es un poco inevitable…
Por último: ¿Que requiere Argentina para volver a ser la gran potencia editorial sudamericana en la impresión de historietas? ¿Son los editores la pieza que no encaja? ¿Es el público lector el que ha mermado su poder adquisitivo? ¿Son las nuevas generaciones de jóvenes inmersas en los videojuegos y que han perdido interés por la lectura de historieta?
Es una mezcla de todas esas cosas, pero tiene que ver también con los cambios sociales, económicos, culturales y la debilidad de ciertas formas de comunicación: Editar una revista es totalmente costoso, el kiosco se ha perdido. Hablábamos justamente de eso con la gente de COMIC.AR, un intento editorial que está medio naufragando. Un libro como Imperator, de 170 páginas, que es una historia completa, sale en 40 pesos. La COMIC.AR tiene 28 páginas y sale en 15 pesos. Cuesta hacerla el doble, porque tiene color y depende de la distribución, de los kiosqueros. La revista que para mí es fundamental pues es el motor de la historieta, resulta muy cara de producir y no puede competir con el libro (el álbum).
La revista, salvo el caso de Fierro que es un “milagro”…
No, no es ningún milagro porque tiene a Página/12
Digo “milagro” en el sentido de la tendencia mundial, que el magazine (la revista) lamentablemente haya desaparecido…
Sí, bueno, salvo en Italia donde todavía, por suerte y hasta cuando, la historieta sigue siendo popular y se consigue en el kiosco, por eso también me gusta tanto trabajar para ellos.
Entonces termina siendo una conjunción de diversas variables…
Es lógico, si uno deja de estar presente en la vida del público, el público se va a poner en otra dirección, inevitablemente van a buscar otras formas de diversión. También hay que tener en cuenta la pérdida del hábito de la lectura en general y hay un montón de componentes que han vuelto al mundo diferente, distinto. No es el que uno conoció de chico. Entre tanta oferta de entretenimiento atractiva y presente, hay que competir con demasiados nuevos estímulos.
Yo no creo que una cosa saque a otra. La televisión no acabó con la radio ni con el cine. Si es verdad que al sumar formas de entrenamiento y evasión, el espectro se abre y ya ninguna es tan hegemónica. Siempre digo lo mismo: “Si yo de chico hubiese tenido una oferta de 24 horas de dibujos animados por canal de cable y no esperar tal día, para ver el programa que a mí me gustaba en los cuatro canales que había en Buenos Aires, habría estado todo el día prendido a la televisión y si hubiese habido videojuegos, habría estado enloquecido con los videojuegos”. Son temas para tener siempre en cuenta.
Gracias Quique, por haberlo agotado en esta extensa entrevista.
Grabación: Carlos Tovar
Fotografía: José “Chiqui” Vilca