Por Gabriel Zárate
“Decidir antes que las cosas decidan por ti” (Érica Villar)
Contratiempos: Publicado por “Hotel de las ideas”, (Argentina) con guión, dibujos y color de Érica Villar, quien participó como dibujante en los libros antológicos “Mal tiempo”, “Mi Buenos Aires Querido”, “Creer o reventar”. Contratiempos apareció de manera virtual, los años 2011-2012, semanalmente en “Cuadritos, periodismo de historieta” de Andrés Valenzuela. Érica Villar lo compila en un libro de 64 páginas que constituye su primera obra integral editada. Lleva un prólogo del gran Diego Agrimbau.
Percibimos la pausada recreación visual y narrativa de un micro universo domestico y conflictivo, donde los sentimientos afectivos de una joven pareja parecen condicionados por la enérgica presión sistémica y familiar del anhelado éxito laboral en los protagonistas, suministrando una claustrofóbica visón culposa del gris devenir sin aparentes alternativas, reflejadas en el timorato Martín, apesadumbrado por las reiterantes inseguridades de no considerarse idóneo para el soporífero mundo de la monótona oficina, en que atrapado se desenvuelve, generando una recóndita contrariedad entre las ilusas expectativas del entorno y sus reales posibilidades, además de dominado por una enérgica Vera, impactantemente guapa y arribista.
Las tensiones de Martín y Vera son sutilmente representadas matizándolas con plácidas viñetas rutinarias, que se suceden y recrean un sosegado y entorno vecinal donde convergen y recrean descriptivamente lo público e íntimo, hilvanados por la entrañable y reiterada presencia hogareña de las traviesas mascotas caninas, cuya noble lealtad e incondicional afecto le otorgan una dosis de sensible ternura al relato gráfico. La cálida tonalidad pastel de los apacibles colores empleados refuerza la sensación del cordial y grato espacio ameno. La construcción secuencial de las sutiles imágenes cargadas de mínimos detalles triviales, es uno de los mayores aciertos del relato gráfico.
En diametral oposición al hastiado despacho laboral, se representa el parque público como un espacio de bucólico sosiego, de contacto con una naturaleza citadina, poblada de palomas, hormigas, en cuyo entorno vislumbramos una labor cordial y entretenida, que escenifica la grata parte lúdica del diario vivir: Pasear perros por la ciudad. Es un ambiente vital y ameno de continuo movimiento, de concurrentes confluencias humanas. La rubia Mica, arrastra una cruda historia fatalista de dolientes penurias, cuya aparente alegría espontanea oculta una lánguida tristeza, encarnando a los resueltos personajes femeninos del relato, que afrontan determinantes iniciativas, buscando su apesadumbrada salvación en el perplejo amor, con osada decisión y firme voluntad, como una genuina “girl power” contemporánea frente a un dubitativo Martin, asfixiado, aturdido y desorientado.
Nos inmiscuimos como curiosos observadores en la apacible recreación de los mínimos detalles pueriles de un habitual barrio la clase media porteña y sus triviales conflictos, contemplando reposadamente el intrincado devenir adverso de sus anodinos personajes, donde las cotidianas historias entrecruzadas de encuentros y desencuentros, de búsquedas y hallazgos sobre la problemática identidad y el esquivo amor ansiado, se entrelazan recreando un peculiar mosaico de la transformante vida misma, en su controversial actitud permanente de asumir decisiones, de rehacerse como individuos, en una persistente búsqueda de restaurarse y en el febril afán de lograr la fugaz felicidad cuya ilusoria presunción nos ilumina de trascedente esperanza.
La conmovedora imagen y el afectivo actuar de los vivaces perros, se asocia como expresivos intermediarios que propician los fundamentales acercamientos y las transformaciones de los personajes. Los contratiempos son breves y concluyentes percances, asociados a las pérdidas y extravíos que simbolizan una regeneradora posibilidad en el opresivo interior de cada individuo, para definir aquello que pretenden, asumiendo vitales decisiones que puedan reelaborarlos, consiguiendo el realizarse como personas, en un entorno problemático y asfixiante.
El relato de la senil anciana solitaria simboliza el lado tanático de la historia, quien deambulando en los ilusorios límites de la espectral demencia, oscila en la representación macabra de una danza que plasma los imprecisos contornos de la erótica sensualidad y la seductora tentación de una perversidad mórbida que concluye insinuando una factible y sórdida autodestrucción, como alusiva contrapartida de la trama pasional relatada.
Detrás de una amarga ruptura y el decepcionante fracaso hay ilusionantes reencuentros y una nueva posibilidad de hallar la compleja dicha, superando la adormecedora y paralizante resignación tras la enmarañada travesía misma de la perseverante y rutinaria vida, donde escapar simboliza la implícita ansia de libertad plena, una ensoñadora fantasía imposible, que roza con la precaria marginalidad, para concluir descubriendo el propio y peculiar camino aleccionador de retorno a casa, para finalmente encontrase a sí mismo.
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