lunes, 28 de octubre de 2013

Entrevista a Hernán Migoya: “Soy el Gastón Acurio de la mujer peruana”, (diario “La Republica”)


Hernán Migoya. Ponferrada, 1971. Es escritor, periodista, guionista y cineasta. Posee una de las carreras más originales y corrosivas del panorama artístico español. Ha ganado premios de cuento, guión de cine y cómic.

Por Gabriela Wiener

Es un día perfecto y el escritor Hernán Migoya, que acaba de mudarse a Perú después de un largo romance a distancia con nuestro país, se despierta. Ve la tarea del día en su precioso calendario virtual de Mac, “esto a los nuevos ricos nos excita mucho”, asegura, y recuerda que tenemos una entrevista por chat. Se levanta, da vueltas en calzoncillo por el departamento, propiedad de sus suegros, “soy rentista de un piso que compré en Miraflores, benditas sean las esposas con talento para los negocios”, dice, y se sienta ante la computadora, donde tiene varios manuscritos de novelas, guiones de cómic y películas a medio terminar. Uno de ellos es un libro en ciernes sobre la “profundísima y serena belleza de la mujer peruana”. Semejante premisa en manos de uno de los autores más polémicos y corrosivos de España no hace más que excitar nuestra curiosidad.

Estás escribiendo un libro sobre las peruanas. ¿Cuál crees que es su cualidad diferencial con el resto de las mortales?
Hay algo en ellas que las sitúa reverencialmente por encima de otras mujeres más elogiadas pero más artificiosas, como las colombianas o las venezolanas. La mujer peruana es humilde, no es consciente muchas veces de su profundísima y serena belleza. No hipersexualiza sus atributos a lo colombiano, colocándose tetas y culo, y transformándose en un travesti icónico. Me enamora esa naturalidad, porque revela personas armónicas por dentro.
¿Crees que no nos damos cuenta de eso en el Perú?
Lo que creo es que este país debería estar más orgulloso de sus mujeres que de su gastronomía. Mi libro se va a llamar “Cien peruanas para comérselas”. Quiero hacer por la autoestima de la mujer peruana lo que Gastón Acurio ha hecho por la gastronomía nacional.
¿Estás comparando a una mujer con un arroz con pollo?
El título es una metáfora que liga la especialidad de la que el Perú se siente hoy más orgulloso con el motivo por el que yo creo que debería sentirse también igual de orgulloso, que son sus mujeres. Interpretar una metáfora literalmente es un recurso demagógico y típico de un feminismo amargado muy pasado de moda ya. Estamos en una época donde los gays desfilan por la calle exhibiendo sus musculitos. Hoy día ya no hay que dar explicaciones sobre la celebración de la belleza, femenina o masculina.
Eso me recuerda que en alguna ocasión has dicho que no te “ponen” las intelectuales…
No, no me ponen nada. Creo que he sido el único escritor de España que ha rechazado a Lucía Etxebarría. Para mí, lo cerebral mata la sensualidad. Prefiero una mujer sencilla y que experimenta la vida con los sentidos, sin analizarlo todo. Para loco, ya estoy yo. Mi esposa, por ejemplo, jamás ha leído un libro mío y ese hecho me encanta. Las intelectuales, como los intelectuales, son emocionalmente inestables y tienen un ego que a mí me causa repulsa. ¡Y yo me incluyo en ese grupo!
¿A quién estaría dirigido el libro?
A quienes deseen saber más sobre las mujeres de su país, para celebrar y compartir esa belleza y empezar a proyectarla en la autoestima nacional. Yo ya estoy empachado de tanto cebiche pituco a 100 euros. No abusen, pues.
Hablas de lo que hay que hacer con la mujer peruana y a alguna le puede sonar como que cosificas…
Si hiciera un libro sobre 100 famosos deportistas masculinos con apodos de animales, nadie me acusaría de cosificar o animalizar a los hombres.
¿Qué tienes en contra de los “progres” (léase caviares)?
La mayoría de progres que conozco son gente rica. Soy de clase baja, así que no me puedo identificar con ellos. Yo he visto deslomar a golpes un perro, tomado de las patas delanteras, cuando tenía ocho años: a golpes contra un banco de piedra. También he visto a amigos robándose unos a otros cada vez que se visitaban en sus casas. No me pueden convencer de que la vida en el barrio es idílica y que yo soy un “buen salvaje”.
El libro por lo visto tendrá un amplio espacio dedicado a la sexualidad de las peruanas. Nos preguntamos todos si sabes de lo que hablas.
No, yo soy como esos hombres de pelo en pecho que aparecen en el Congreso peruano defendiendo la Unión Civil: lo hago por pura simpatía, pues... Pero sí, he recopilado mucha información sobre el tema. La mayoría de las mujeres peruanas tienen miedo a que se les maltrate y desprecie si se expresan sexualmente. Perú, al igual que España, es un país machista. Y yo creo que las mujeres peruanas tienen más derecho a ser promiscuas que los hombres peruanos. Ellas son mucho más hermosas. Por tanto, es más comprensible. Hay que contribuir a que las mujeres peruanas puedan tener una vida sexual liberal sin miedos ni pudores. Que se hagan “hombreriegas” para compensar tanto mujeriego.
Y hablando de la propuesta de Unión Civil para todos, has dicho también en alguna ocasión que crees que el mayor temor del peruano es que lo consideren gay. ¿Te parece?
Sí. Es muy divertido ver esa lucha, porque los opositores a la Unión Civil tienen el contraargumento perfecto: ok, damos nuestro voto a favor, pero con la condición de que todos los que apoyáis la Unión Civil salgáis del clóset y os caséis en público. La ley caería por su propio peso y nunca más se volvería a hablar del tema. Y que conste que yo estoy completamente a favor.
¿Por qué tus cortos están llenos de mujeres desnudas y perseguidas por maniáticos? ¿Qué tanto de provocador y qué tanto de expiación de tus propios complejos hay?
Yo no me autoanalizo tanto. Supongo que la mujer y el sexo siempre han sido los motores de mi vida y mi obra, simplemente. Cuando dirijo, por ejemplo, digo: Voy a hacer una pela de suspenso. Pero enseguida se me ocurre: “¿Y por qué no meto aquí una teta?”. Y ya el suspenso se fue a hacer gárgaras. Lo que sí creo es que sigo una tradición. Como la del hedonista D. H. Lawrence o la temperamental Daphne du Maurier en literatura. Y Paul Verhoeven o Walerian Borowczyk en cine. Me siento hermanado con ellos. Somos seres depravados que expiamos nuestra locura a través de nuestro arte.
La Republica. Domingo 27 de octubre de. 2013

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