martes, 3 de septiembre de 2013

Entrevista a Ángel “Lito” Fernández en Lima: “Yo había dibujado Dennis Martin y me salvo Dennis Martin porque todos los policías lo leían” (Segunda Parte)


Continuamos con la segunda parte de la entrevista que el gran dibujante argentino Ángel “Lito” Fernández le concedió a “El lector de historietas”, durante el mes de julio en su visita a Lima. ¡Gracias Maestro, por su inmensa gentileza y por su obra!

Por Gabriel Zárate

Para EEUU viene trabajando con el guionista Chuck Dixon la serie Airboy. ¿Cómo surgió la posibilidad de trabajar con un guionista de superhéroes sobre un  piloto de avión de la segunda guerra mundial, recreando  el estilo clásico americano? También ha dibujado “Batman”, con el mismo Chuck Dixon y anteriormente “Catwoman” con Joe Kubert. ¿En qué circunstancia conoce y aparece la posibilidad de trabajar con  Joe Kubert?  

A Chuck Dixon lo conocí en el estudio de los hermanos Villagrán, de ahí surgió la posibilidad de hacer algunos proyectos juntos. Después él me escribió a casa ofreciéndome “Tarzán” y en ese momento yo estaba con Martin Hell hasta la cabeza de tapado y no lo agarré. Me arrepiento mucho de eso, porque después pude haber seguido con el personaje. A él le gustaba mucho el laburo mío, tal es así que hicimos “Invasión 55” con más de 60 páginas y me dijo Chuck: “Si lo vendes avísame y dividimos, si yo lo vendo te envío el dinero”. Después hablando con Barreto me propuso hacer “Batman”, una aventura de 64 páginas. Después hice la “Batichica”, hará unos 10 años, por el 2003 la habré hecho. Me encantó dibujarla. Luego con Chuck Dixon empezamos a hacer lo de “Airboy”, con lápiz de Todd Fox, pero no me gustaba su relato y le cambiaba muchas cosas, yo hacia la tinta y le modificaba lo que me enviaba a lápiz, realmente era muy pobre lo de Todd Fox. Eso lo habré hecho hace cinco años atrás. Con Joe Kubert  tuvimos una buena relación y amistad, pero yo no trabajé con él…

¿No llegó a trabajar con Joe Kubert? 

No, no, lo conocí en Argentina cuando fue a una convención y estuvimos charlando, el socio de Joe Kubert, que fue vicepresidente de la DC estuvo en mi casa hace un par de años atrás, es argentino, y cada vez que viaja a Argentina en octubre me llama y nos vemos, en un momento dado me dijo una cosa que no sabía si reírme de felicidad o llorar de bronca: “Sabés que me ofrecieron retomar Steve Canyon y yo pensé en vos para dibujarlo y no sabía como ubicarte, para continuarlo juntos, porque eso no se paga mucho pero se distribuye en el mundo y sos partícipe de todas las ventas internacionales”. “Mira, no sé si partirte la botella en la cabeza”. Son esas cosas que ocurren, ¿viste? Qué iba a hacer… ya pasó.

Tiene también un Taller de enseñanza, ¿cómo surge la idea de formar jóvenes historietistas? ¿Cuáles son los métodos que emplea? ¿Qué consejo le daría a quien quiera convertirse en un dibujante profesional?

La verdad es que era una idea que me sobrevolaba, hasta que en un momento me convoca la Universidad de Palermo en Argentina para hablar sobre un libro que yo hice en el 92, conmemorando los 500 años del descubrimiento de América, del coloniaje de Europa en Latinoamérica. Presenté ese libro, lo expliqué al público asistente en el bellísimo anfiteatro, quedaron encantados con las explicaciones y entre los concurrentes estaba Andrés Accorsi que me dice: “¡Lito, hay aquí un Instituto de historieta argentina! ¿No te animas a dar clases?”, me consultaba porque Juan Zanotto había muerto en ese momento…  “¿Quisieras tomar la posta?” “¡Bueno!”. Entonces fui citado por San Telmo, donde quedaba, enseñé a un montón de alumnos, la mayoría iba a buscar manga, esos se fueron rápido y otros se quedaron.

Luego al año siguiente surgió el problema porque no cumplieron con lo que habían pactado de pago, por ello les dije: “Me voy de aquí, que otro tome la posta, les dejo mi dirección, mi email, mi teléfono, necesito un ayudante, el que quiera llamarme que llame”, y la única que llamó fue una chica, Natalia Ramos que después vino al Taller, estuvo trabajando conmigo un par de años y en un momento le dije: “Estas lista para trabajar con otro colega, ya estas formada”,  “¡pero Lito, quiero seguir con vos!”. Venía al Taller y trabajaba con otro colega, González. Esta chica me mostraba las cosas y le decía: “Ya estas para pasar todo a tinta”.

Tiene una seguridad tremenda, había hecho cosas en blanco y negro. Creo que ahora las debe haber perdido algo porque está haciendo mucho con color. El blanco y negro se pierde cuando dejás la cosa con línea y el color lo coloca la máquina y encima lo pone otro, eso es lo terrible.  El negro da un clima que no da el color o tenés que darlo muy bien para que haya un clima. Fue una alegría para mí haber formado esa chica y aparte, otra mujer más, que estaba allí, sobresalió por encima de sus compañeros varones. Sin embargo los otros varones, salvo uno o dos de los que vinieron a mi casa y los que iban al Centro, hicieron  varias cosas, uno la Biblia para chicos, editada por Santillana, otro está por viajar a Europa a mostrar sus trabajos a ver si consigue laburo allá mismo.

Sobre los métodos que empleo sería largo de comentarlos acá, pero bueno, hemos tratado de hacer modelo vivo, anatomía, algo de perspectiva. Para ello los alumnos se compran un libro, porque es una cuestión más gráfica que teórica, eso se les facilitaba porque lo pueden hacer en casa, en cambio otras cosas las dibujaban allí mismo para ver la manera y cómo se hacían, por ejemplo:  Movimientos de muñeco, hacerlo de distintas maneras y en miles de posiciones, además lo de blanco y negro, donde elegía cosas de Milton Caniff, de Alex Raymond, es decir lo clásico. Después para el lugar donde quisieran disparar, ya era cosa de ellos y yo invitaba a dibujantes como Juan Dalfiume, Carlos Mandrafina, Carlos Meglia. Todos ellos venían a casa a dar alguna charla, para que vieran que había otras opiniones, que no tomaran en cuenta solamente la mía. Creo que he recibido de parte de ellos muchas expresiones de gratitud, de afecto, que me resultaron más gratificantes que el dinero pagado, pues que quede claro, que esto de enseñar no lo he hecho ni lo hago por dinero.

Es el afán de compartir…   

¡Exactamente!, es el afán de compartir. Los consejos para convertirse en un dibujante profesional… ¡No hay ningún consejo! Daría más bien una reflexión: A quien le guste de alma esta profesión se va a abocar a estudiarla con devoción. Sino encuentra el lugar donde están los elementos, los va a buscar en otro lado o de alguna manera va arañar conceptos que lo ayuden a evolucionar profesionalmente. En cualquier sitio siempre hay una visita de un profesional que viene de afuera y puede dar sugerencias. A mí no me gustó lo que Milo Manara hizo en Argentina, pues cobraba 150 dólares por una entrevista para cualquiera. Me parece que cobrar la sabiduría de la historieta es tirar abajo moralmente la profesión. Eso no me parece bien, pero no tengo otra cosa que respetarlo, que no inhibe mi opinión pues es algo que no comparto. La persona que se acerca a uno… obviamente Milo Manara es un capo del mundo, quizá tenga todo el derecho de cobrar. Insisto, no tengo más remedio que respetar y bancármela, está en su derecho. 
 
Su periodo de producción directa para Italia está marcado por la Editorial Bonelli y Eura (Aurea) con numerosos títulos como “Martin Hel”. Coméntenos sobre las historietas que dibujó para los italianos, como la revista “Tex”, para la cual trabaja.  ¿Tiene idea porque Italia es el último bastión de la historieta masiva en Europa?

Trabajo para Aurea, en cambio con Bonelli la producción es muy dispar, donde comencé haciendo algún libro, lo que es “Tex”, “Demian” entre otros. En la revista “Tex” hice al personaje Tex en un libro de más de 300 páginas que no se terminaba nunca. Para Aurea sigo trabajando desde hace un tiempo. Ahora, Italia no es el último bastión, no confundamos. Hay otros bastiones a los cuales no todos tenemos acceso o el acceso es muy limitado pero Alemania, Inglaterra siguen produciendo historietas, inclusive de la Segunda Guerra Mundial. Suecia y Holanda las hacen para muy chicos, comics de adolescentes, colegiales. He trabajado para Suecia a través de Cesar Spadari  haciendo historietas para una editorial de hípica, de la cría de caballos, una cosa extraña, pero ellos tienen sus revistas de equitación. Después también para Alemania, que tiene pésimos dibujantes, pero es una productora de comics. Ahí cuando hablé una vez, me atendió una chica colombina que era empleada de la editorial, los colombianos en ese sentido están en todos lados.

Lo de Italia empezó porque Columba les vendía todo lo que yo hacía, por lo que ya era bastante conocido. Siempre me ha tratado muy bien el público italiano, revisaba el correo de los lectores, pero no solo fue “Martin Hell” hubo otros personajes con muy buena repercusión como “Kevin” con guión de Robin Wood, que lo empezó a dibujar Ernesto García, y gustó mucho lo que hice, pese a ser pocos capítulos, “¡qué lindo lo suyo Fernández, nos gusta!”. A uno lo alienta la reacción favorable de los lectores. Muchas veces me escriben pidiéndome  algo, ocurre que por ahí no tengo tiempo, por ejemplo ahora le voy a dar a dos periodistas venecianos un laburo que hice antes de venir al Perú, estando enfermo, pero me levantaba de la cama y tenía el tablero ahí. Me pidieron dos “Zero Galván” hace como un año y medio, cuando me hicieron una nota a través de internet para un periódico italiano. Se los voy a mandar ahora pidiéndoles disculpas, aún así me decían: “¿Cuánto me cobra por hacer esto?”. “Mire yo no cobro por hacer un dibujo”. Le doy mi gratitud porque me lo haya pedido. 
        
Usted empezó muy joven como profesional hace más de 50 años ¿Es el dibujante argentino con mayor tiempo en vigencia? ¿Siempre tuvo ayudantes? ¿Qué nombres mencionaría entre los ayudantes que lo secundaron?

Junto con Ernesto García Seijas, los  dos tenemos más de cincuenta años en la profesión. Entre los ayudantes que tuve menciono a CristóbalCarlos Mandrafina, Alberto Macagno, Sergio Marcchione, Eugenio Zoppi, Horacio Altuna también me hizo algunos lápices, Silvestre Szilagy, quien estaba haciendo “El Fantasma” para EEUU, Néstor Olivera… Esta misma pregunta, a pedido del actual director de Aurea, la respondió mi mujer que tiene mejor memoria que yo y llenó una página. José Massaroli, Gerardo Canelo, Miguel Castro Rodríguez, Alfredo Falugi, Carlos Gómez, Ricardo López, Mario Meriggi, Oswald, Roque Vitacca, Oscar Blotta, Martha Barnes, cuyos lápices eran extraordinarios, José Quartieri, representante de Disney en Argentina, son muchos… 

¿Columba fue la primera editora donde empezó a trabajar?  ¿Qué es lo más importante que Columba aportó a la historieta argentina en su opinión?

Lo que aportó Columba es mantener a un público durante los años en que estuvo vigente y con buenos ilustradores, muy buenos. Columba se dio el lujo de haber tenido a Enrique Breccia, Solano López, Hugo Pratt, Carlos Mandrafina.
  
Hay un grupo de historietistas argentinos, nacidos en la década del cuarenta, que tomaron la posta de los autores de los años cincuentas y constituyeron una generación renovadora en la década del setenta que modernizó el cómic argentino y lo universalizó. Usted forma parte de esa generación, dibujó con todos los grandes guionistas de la historieta de su país. Aparte es muy querido y respetado  en Argentina. ¿Cual piensa que es el balance de su obra y de su vida, dentro de las miles de páginas que viene dibujando? ¿Qué dibujantes de su generación mencionaría por su talento?

El balance de mi obra lo considero relativamente pobre, personalmente y la repercusión que consiguió es mucho mayor de la que considero rescatable, pues del 100% rescato solo un 15% de lo que a mí me podría dejar satisfecho. Sobre la vida que he llevado como dibujante de historietas, creo que tengo que sentirme gratificado por el amor y el respeto de mis colegas, de mi esposa Cecilia que me ayudó a mantener cierto equilibrio emocional para continuar haciendo lo que estoy haciendo. Los grandes dibujantes son muchos pero rescato a Cacho Mandrafina, que teniendo menos años que yo está en un nivel superlativo frente a todos, Ernesto García  y  Enrique Breccia, que actualmente publica para Bonelli pero debe ser para el puchero, Rubén Marcchione, Alberto Macagno, Alfredo Falugi y de los menores a Jorge Zaffino, Carlos Gómez

Diego Navarro no llegó a desarrollar todo su potencial porque también dedicó su tiempo a la literatura, a los guiones.  Fíjate que con Diego sucede una cosa muy curiosa, que pensamos lo mismo para el relato gráfico. Él me hace un bosquejo de la página y es idéntico a lo que yo hubiese hecho. Yo le digo “¡Nooo, tu vieja me parió a mí y mi vieja te parió a vos, Diego, somos hermanos!”. Hay una total compenetración, aparte me escribe unos guiones que son muy divertidos donde pasa por todos los aspectos, como el dramático, ¡es algo increíble!, tengo que hacer una mención especial a Diego en ese aspecto.

Puede contarnos la anécdota con José Muñoz, cuando Alack Sinner visita el Precinto 56, en Nueva York y le pregunta al Sargento Val Amato por Zero Galván y este responde: “Lo mató un tal Fernández”. Luego usted lo presenta a Alack Sinner como un vago alcoholizado.

Claro… cuando visita el Precinto 56 y a Zero Galván “lo mató un tal Fernández”, qué genial, es muy risueño, pero yo recién me entero una vez que tengo el guión ahí. Eugenio me dijo: “Che, le pusimos que...”, y lo presentó a Alack Sinner como… A mí mucho estas cosas no me gustaron, no me gusta joder con mis colegas, pero ello fue una idea de los guionistas, es algo que surgió por allí. Inclusive te digo que hace cosa de quince o veinte días recibí un correo de Enrico Marino, de Italia, que me dice: “Mire Lito, aquí hay un coso tendría que contestarlo usted, nosotros estamos de su parte, ¿quiere responderla?”. Le contesto: “No, todo esto fue una broma y yo le respondí amablemente a José, cuando vino a Argentina, nos reunimos y comimos un asado juntos. No quiero hacer polémica sobre eso”. 

Aparte, José me quiere mucho.  Yo nunca lo di como un mal entendido entre nosotros, sino como una broma que se hace entre amigos. A José lo quiero mucho también. Desde los 16 años estudiamos con Alberto Breccia. Él fue ayudante de Solano López buen tiempo, se hizo allí, se conectó con editoras europeas y su evolución fue muy grande junto al guionista Carlos Sampayo. Como me dijo Horacio: “Vos tuviste que irte a Europa, no quedarte en Argentina a hacer chorizos” y Breccia me decía: “Déjate de hacer chorizos”, pero tenía una gran familia, no la mantenés con dos páginas por día...

Última pregunta: Alain Delon dijo en una ocasión: “Actores los de mi época, porque para ser actor hay que tener heridas del alma” ¿Usted piensa que el mismo concepto se pude aplicar a un historietista?

Yo creo que sí, por lo menos en mi caso, hay heridas del alma que uno… por eso rescato ese 15%  del total de mi obra, que lo habré hecho poniendo las vísceras. Entre ellos está la historieta que nadie me quiso aceptar, de 48 páginas, que tiene una crítica político social y que es de permanente actualidad, la hice allá por los ochentas, generalmente le borro la fecha para que no me digan: “¡No, esto ya lo debés haber vendido unas veinte veces!”, esa es la desventaja de haber pasado tantos años en la profesión.

Lito, muchas gracias por la entrevista.

No, gracias a vos Gabriel… 

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