martes, 9 de febrero de 2010

Entrevista a Carlos Reyes: Panorama actual de la historieta chilena “Lo que está pasando hoy en mi país” (3ª parte)


Por Gabriel Zárate
Grabación y Fotografías de Carlos Tovar

Te formaste como Comunicador audiovisual. Realizas guiones para cortometrajes, piezas teatrales, televisión y comics. ¿Te consideraras un guionista en esencia? ¿Un fabulador de historias más allá de cuál sea su soporte?

Carlos Reyes: Ojalá pudiera decir que me siento un guionista de tomo y lomo pero no, todavía no lo siento así. Hay que trabajar mucho más, publicar más. Lo que me ha pasado en los últimos años es que estoy tan preocupado por difundir la historieta haciendo entrevistas, escribiendo artículos, publicando libros que he dejado de lado mis propias obras. Una de las cosas que quiero retomar durante el 2010 es empezar a publicar lo mío. Hace rato que no lo hago, a pesar que en mortis.cl tengo historietas que me pertenecen en guión. Aunque están en Internet no han tenido demasiada visibilidad.

Parece que la gente necesita leerlas en papel, porque si estás en internet es como si no existieras en rigor, porque todo el mundo pide “ya y el libro cuando viene”. Por eso me encantaría decirte sí: “me siento un guionista de tomo y lomo”, pero necesito más trabajo todavía, para que me entrevisten no como editor sino como al guionista de historietas Carlos Reyes que ha publicado los siguientes libros. Yo he publicado, pero no tengo un libro de historietas completamente mío. He colaborado en muchos, me gustaría reunir todo eso en un solo volumen y publicar además una historieta que tengo escrita hace un par de años. Ha costado que cuaje, que se produzca el encuentro con el dibujante que pueda dibujar esa historieta de largo aliento.

Abordas el artículo, el ensayo, la entrevista, el programa radial, el guion de historieta, el blog de rescate. Tu desempeño en el comic es multifacético. ¿Cómo te das tiempo para dedicarte a facetas tan diversas?

Carlos Reyes: Pregúntale a mi familia (risas). Soy trabajólico, voy a la casa, me siento frente al computador y trabajo, escribo, leo. No sé, es la pasión, no hay otra respuesta, es cuando te apasionas con lo que haces. Además tengo una ventaja, soy docente, entonces hago clases y me queda mucho tiempo libre. Si yo tuviera que trabajar en una oficina de 9am a 6pm tal vez tendría menos tiempo. Aún cuando en un tiempo, tuve un trabajo así en televisión e igualmente podía hacer todo esto. No sé como lo podía hacer, pero me encanta.

¿Cómo has observado lo que sucede en Chile en estos últimos quince años, sobre el avance en la historieta, tanto en la producción, difusión y revalorización? ¿Hay un mayor crecimiento y evolución respecto a los ochentas? ¿El futuro lo percibes auspicioso?

Carlos Reyes: Estamos mucho mejor que en los ochentas donde hubo una explosión de historieta chilena pero que tenia ribetes de mucho amateurismo. Había mucha cosa contracultural, de comic europeo que pegó muy fuerte. Lo de Crumb, lo del comix underground norteamericano que cuajó en una generación que sabía poco del lenguaje narrativo pero que tenía mucha rabia y abundantes cosas que decir, porque a fines de los ochentas veníamos saliendo de las botas militares. Entonces viene una explosión creativa pero dispersa, no profesional aún, pero en cambio hoy si la hay. Los muchachos más jóvenes, de 20 años manejan el lenguaje de la historieta narrativamente hablando muy bien, dibujan mejor que antes, son más osados, hay mejores ediciones y lo que pasa acá, que tú me hagas esta entrevista hoy, quizá hace cinco años no hubiese ocurrido, porque hay más interés en el tema. No solo en los fans como tú, sino que hay un resurgimiento en el ambiente. La reciente aparición de Fierro en la Argentina a través de un periódico no es casual. Los tiempos no van a cambiar, no van a ser tiempos en que vendamos de nuevo 15 mil ejemplares, pero quizá no es necesario.

Estoy feliz como están produciéndose las cosas ahora. Tengo amigos que pueden vivir de la historieta vendiendo para EEUU, para Francia y trabajando de vez en cuando en Chile, que es lo que me importa, que no solo trabajen para afuera, sino que podamos ver lo que hacen. Soy optimista, creo que todo está mejorando cada vez más y lo que he visto en el Perú, las cosas que edita Contracultura de Benjamín Corzo me parecen excelentes, yo no sabía de esto antes. Creo que lo que pasa en el Perú, en Chile, en Argentina, en Bolivia, en el Cono Sur, es muy bueno. Bolivia está produciendo cosas, gracias a su festival están visitándoles autores europeos, cosa que no pasaba antes, ellos tienen más trayectoria en esto y todo lo que sea bueno para la historieta local es bienvenido. Ayuda mucho que los autores estén viniendo. Hay varios festivales, tanto que se podría hacer un recorrido entre Bolivia, Perú, Argentina y Chile y se podría tener un panorama sudamericano de lo que está pasando. Hay festivales de historietas serios que tienen como foco de atención el autor de historietas, no el manga ni el comic de superhéroes, sino la noción de autor y eso está ayudando mucho a la producción nacional.

Has tenido la ocasión de departir, conversar y entrevistar a grandes historietistas de fama mundial como Carlos Giménez, Domingo Cacho Mandrafina, Pierre Christin, Blutch, Robín Wood, Juan Sasturain, Langer, etc. ¿Qué recuerdos guardas de estos inolvidables encuentros? y ¿a quién piensas que te falta aún entrevistar?

Carlos Reyes: Una de las cosas más gratas de esto es justamente conocer y luego incluso ser amigo de estos héroes. Cuando conocí a Pierre Christin fue en el festival de Bolivia y yo no sabía que estaba Pierre Christin y de pronto lo veo ahí. No podía creer lo que estaba pasando. Es un guionista increíble, admirado por mí, amigo de Bilal, de Moebius. Ahora nos escribimos, hemos compartido libros, para mí es un sueño. Es el mejor pago que puedo tener de esto. Conocer a Carlos Giménez, ir en un taxi con él y que me revele cómo es que se puede hacer un álbum para Europa en una clase magistral de 10 minutos, es algo que nunca voy a olvidar, nunca. Conocer a un monstruo como Carlos Giménez, codearte con ellos, reírte con ellos, es maravilloso.

Carlos Nine otro monstruo, autores que yo jamás pensé que iba a conocer como Cacho Mandrafina, anécdotas de todos ellos hay miles, pero aún me faltan muchos por entrevistar, como Bilal, Moebius, Charles Burns, Alan Moore. Me gusta hacer entrevistas porque creo que a través de la entrevista uno puede aprender también. En nuestros países estuvimos desconectados de lo que pasaba en el mundo. Hoy nos estamos integrando de alguna manera. A los europeos les interesa mucho lo que hacemos acá y nosotros siempre hemos estado interesados en lo que ellos hacen, me parece una relación cada vez más horizontal. La idea no es mirar siempre hacia Europa. Acá tenemos autores que nosotros podemos mirar perfectamente con orgullo. Lo dicho: Me falta mucho por entrevistar y la entrevista es un aprendizaje. Yo aprendo de las entrevistas más que los lectores. Justamente este año quiero hacer un libro con todas las entrevistas que he realizado. Recopilarlas todas en un solo volumen, con fotografías y entrevistas más largas.

El libro de Ariel Dorfman y Armand Mattelart “Para leer al Pato Donald” (1971) tan popular en los 70s en Latinoamérica, hoy casi 40 años después: ¿Como es recibido en la actualidad por los jóvenes lectores chilenos? ¿El texto ha envejecido o goza siempre de prestigio y de plena vigencia?

Carlos Reyes: Creo que ese texto no ha envejecido tan bien, pero hay que tener en cuenta que es un escrito absolutamente tributario de su época y en ese contexto histórico se entiende perfectamente bien. La lucha antiimperialista, el ideario de una llegada al poder de un socialismo sin armas, la utopía de la Unidad Popular, son parte de su contexto. Dorfman, no hay que olvidar, un escritor y dramaturgo notable, fue uno de los tantos intelectuales destinados por el gobierno de Allende (por quién también declaro mi pública admiración) encargados de revisar el contenido de las historietas de la época. Todos los creadores del momento, incluso proclives a Allende, han dicho que estos sociólogos y escritores fueron lo peor que pudo pasarle a la narrativa gráfica en Chile, pues en su intento por educar al pueblo a través de la historieta, la malograron, le hicieron perder frescura. Por eso creo que la relectura excesiva en torno a la historieta por parte de Mattelart y Dorfman fue un tanto desmesurada, pero es un libro que aún se edita y creo que bien merece ser leído hoy día con atención y distancia crítica.

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