Por Gabriel Zárate
Marco Mono, viajante errabundo, vendedor de ilusiones, es un típico antihéroe cínico y falto de escrúpulos que vagabundea en un universo cruel y surrealista y sobrevive a costa de ingenio y picardía. Empleando un fuerte humor corrosivo en sus estrambóticas aventuras se construye una alegoría sobre el absurdo de la condición humana, desplegando recursos lúdicos y experimentales. Nada se salva en esta fabula moral sobre “la imbecilidad humana”, ni siquiera los propios autores que terminan parodiándose a sí mismos como sujetos de ficción en un mundo de pesadilla. Esta edición integra, muy pulcra y cuidada, publicada por Javier Doeyo, recopila la totalidad de las aventuras. Ha sido largamente esperada y reclamada por muchos fanáticos y trae un prologo del autor que reproducimos a continuación:
Marco Mono es un indeciso. Está entre la hipocresía y la maldad sin culpa. Le es fácil averiguar donde la conviene más estar. Aún después de la muerte, miren lo que les digo. Como la historieta se empezó en 1979 para una revista de ciencia ficción de Ediciones de la Urraca llamada El Péndulo, tiene elementos de ciencia ficción en esos mundos extraños que, como de costumbre están en este y acá cerquita nomas. Y como después paso a Hurra, de la misma editorial que era una revista de rock, van a encontrar por ahí alguna guitara eléctrica. No duró mucho, no la leyeron demasiados, tenía algunos chistes internos que hoy ni siquiera yo entiendo muy bien y aparecían Sacccomanno, Cascioli, nosotros los autores… Les adelanto una: acá el mal (con minúscula) siempre triunfa.
Marco Mono es un indeciso. Está entre la hipocresía y la maldad sin culpa. Le es fácil averiguar donde la conviene más estar. Aún después de la muerte, miren lo que les digo. Como la historieta se empezó en 1979 para una revista de ciencia ficción de Ediciones de la Urraca llamada El Péndulo, tiene elementos de ciencia ficción en esos mundos extraños que, como de costumbre están en este y acá cerquita nomas. Y como después paso a Hurra, de la misma editorial que era una revista de rock, van a encontrar por ahí alguna guitara eléctrica. No duró mucho, no la leyeron demasiados, tenía algunos chistes internos que hoy ni siquiera yo entiendo muy bien y aparecían Sacccomanno, Cascioli, nosotros los autores… Les adelanto una: acá el mal (con minúscula) siempre triunfa.
Carlos Trillo.
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