Por Gabriel Zárate
El muertero Zabaletta: "En un mundo sin Dios no hay más moral que la Ley del Estado" Publicado por Norma Editorial (España) el 2008, es una historieta con guión de Diego Agrimbau y dibujos de Dante Ginevra.
Una peculiar combinación de un Buenos Aires con una inusual tecnología futurista pero ambientado en los años cuarenta, donde un Estado Totalitario que emplea una burocracia tenebrosa y lúgubre, ha decretado la abolición de todas los cultos religiosos tras probar científicamente la inexistencia de Dios, valiéndose de un Ministerio de Higiene Social que practica métodos eugenésicos en juicios secretos y sumarios donde se decreta el procesamiento de sujetos prescindibles.
Para ello emplea a “muerteros”, como el “polaco” Zabaletta un inspector de una frialdad lacerante, carente de piedad y misericordia en su brutal oficio: Es uno de los encargados de la eliminación física de los sentenciados. La historia es un feroz policial ambientado entre la tradición de las utopías fatalistas de la ciencia ficción (como el 1984 de Orwell) y el cuestionamiento del orden establecido, propio de la novela negra.
Los problemas abordados son de una pasmosa actualidad: tráfico de inmigrantes ilegales en un mundo alarmantemente superpoblado, sobornos y corrupción policial, mafias de trata de blancas, etc. El asistente Reno Simonti, un tímido burócrata enviado por la fiscalía para vigilar a Zabaletta, es un hombre asustadizo y aparentemente débil pero de firmes escrúpulos, que termina finalmente mostrando su compasiva humanidad en la valentía y en sus sólidos lazos éticos. Reno le da la cuota de impresionable sensibilidad a la dureza de la historia. Es también el adecuado contrapeso del curtido y encallecido Zabaletta volviéndolos un memorable dúo de ficción policial.
Dante Ginevra recrea acertadamente una ciudad barroca, oscura e hipertrofiada, con inusuales teleféricos y calles empedradas, plagada de recargados edificios de los años cuarentas pero con sobredimensiones colosales en su diseño, donde destacan los tonos grises y marrones que refuerzan una impresión asfixiante, tensa, sombría y de desasosiego que termina produciendo una sensación de agobia claustrofóbica en el lector. La vestimenta de los personajes corresponde correctamente con el periodo descrito.
Sobre El muertero Zabaletta, Diego Agrimbau declara: “Hay muchísimos elementos que son tomados de la historia real. Toda la historia del obelisco de Buenos Aires es verídica: fue construido sobre el antiguo solar de la Iglesia de Nicolás de Barí, donde se izó por primera vez la bandera argentina. Es muy significativo que un obelisco claramente masónico, de proporciones áuricas, se erija justo donde antes hubo una Iglesia Católica. En el mundo de Zabaletta eso nunca sucedió, la Iglesia de Nicolás de Bari sigue en su lugar. Pero está por suceder. Es algo, entre muchas otras cosas, que me encantaría abarcar en una eventual continuación. Pero es algo que está sujeto a la suerte comercial de la primera parte, supongo.” (1)
Entre el cuento fantástico, la novela de ciencia ficción y el relato policial El muertero Zabaletta se convierte en otra lectura imprescindible para apreciar a los nuevos talentos de la historieta argentina (en especial a Diego Agrimbau) que ya están conquistando el exigente mercado europeo con sus delirantes y magistrales creaciones.
(1)Palabras encadenadas: entrevista con Diego Agrimbau. Tebeosfera. 12 de octubre del 2008.
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