“Mañana 17 de julio se cumplen los 80 años de Quino (Joaquín Lavado), el legendario creador de Mafalda es un humorista excepcional de fama mundial, cuyo prestigio no conoce fronteras. Reproducimos una reciente entrevista de Joaquín Lavado concedida al diario “El Mercurio” de Chile”.
Por Claudio Gaete H.
Quino no
sabe cómo revivir a Mafalda: A
los 18 años de edad fue rechazado en todas las revistas en las que presentó sus
dibujos. Comenzaban los años cincuenta y este joven tímido, oriundo de Mendoza,
era un recién llegado al Buenos Aires de Perón y de Evita. Quería ganarse la
vida haciendo humor gráfico e historietas. “Me
decían que las ideas eran buenas, pero para tener un dibujo más o menos pasable
me faltaba mucho tiempo. Ellos tenían razón. Dibujaba bastante mal”.
Tuvo que regresar a las tres semanas
a Mendoza con la frustración y la pena de no haber cumplido el sueño que
comenzó cuando observaba a su tío Joaquín Tejón dibujando a actores de cine
para las carteleras de los diarios. El 17 de julio Joaquín Lavado, Quino,
cumplirá 80 años de edad. Hoy recuerda ese episodio con la templanza que dan
los años. Después de todo, lo que siguió fue un fenómeno. En septiembre de 1964
aparecieron en Gregorio, un suplemento de humor de la revista Leoplán, las
primeras tiras de Mafalda. Y el 29 de septiembre de ese año, el semanario
Primera Plana comenzó su publicación periódica.
Estuvo 10 años dedicándole la vida a
este ícono de la lucha por la libertad, la anticorrupción, la paz mundial y el
sentido común. Mafalda se publicó en casi toda Latinoamérica, así como en
España, Italia, Francia y Grecia, y ha sido traducida a más de 30 idiomas
.
Con los años, Mafalda fue utilizada
por todos los que defendieran alguna causa. Desde las feministas italianas, los
somocistas en Nicaragua, los exiliados uruguayos en Noruega y el movimiento
estudiantil en Chile.En conversación telefónica desde
Buenos Aires, Joaquín Lavado habla de sus inicios.
Dentro de un lápiz. A dibujar aprendió cuando tenía 3
años de edad. "Una noche mis padres habían ido al cine y llamaron a mi tío
para que nos entretuviera a mis hermanos y a mí. Y claro, como no había
televisión en esa época, él no encontró mejor idea que empezar a hacernos
dibujos", recuerda. Después de terminar la escuela
primaria, Quino entró a la Facultad de Artes de la Universidad de Cuyo.
“Al segundo año cometí la torpeza de
decir, bueno, si yo quiero ser dibujante de humor, para qué voy a estar
aprendiendo a dibujar esculturas, frutas, plantas y animales, todos
embalsamados, me aburría. Después supe que no, que si hubiera aprendido lo que
me enseñaron ahí, no habría tenido que sudar tanto para saber dibujar un
estadio de fútbol”.
A los 21 años de edad se aventuró de
nuevo en Buenos Aires. Andaba con una carpeta con sus
trabajos. Otros dibujantes lo ayudaron a corregir y mejorar su trazo.
"Hasta que al final me aceptaron algunos dibujos en una revista de
actualidad político-cultural llamada Esto es. Y ahí empecé. Me vieron de otras
revistas donde antes me habían dicho que no y me llamaron, así que llegué a
trabajar en cinco revistas y un periódico al mismo tiempo".
El
inicio de Mafalda fue comercial.
Sí, fue una idea comercial. Mi amigo
Miguel Brascó me dijo que una agencia de publicidad estaba buscando que alguien
hiciera una historieta para una marca de heladera que era muy conocida en
Argentina, Siam. Esta gente tenía la idea de crear una familia que usara estos
electrodomésticos que se iban a llamar Mansfield. Se suponía que los personajes
tenían que llamarse con letras que componían el nombre Mansfield y me costó
bastante encontrarlos. Viendo la película Dar la cara, había una bebita en una
cunita y decían: "Qué linda la niña, ¿cómo se llama? Mafalda".
Finalmente, el proyecto nunca vio la
luz y Quino se quedó con unas 12 tiras de su personaje, que publicó Miguel
Brascó en la revista Leoplán.
“Una vez que salió publicada tuve
que empezar a imaginar cómo era el personaje, porque en 10 o 12 tiras uno no lo
conoce todavía. Y ya que era una nena, y en ese momento el movimiento de la
liberación de las mujeres era muy fuerte, pensé en una chiquita combativa, con
ideas muy progresistas, que se pregunte por qué los adultos hacen todo lo
contrario a lo que a uno le enseñan en el colegio”.
Quino dice que después de 50 tiras
ya se cansó de ese mecanismo y pensó que había que incorporar un personaje que
fuera distinto. Así nació Felipe.
Él está basado en un amigo suyo, periodista, ¿verdad?
Él está basado en un amigo suyo, periodista, ¿verdad?
Es un periodista que murió hace año
y medio. Trabajaba en Prensa Latina y era poeta también. Me basé en su cara
para hacer a Felipe. Él estuvo en Chile para el golpe militar, era
corresponsal en esa época y como la Embajada
de Cuba se cerró, tuvo que irse de Chile.
Éramos muy amigos. Cuando se murió sentí una gran pena, no sólo por su muerte,
sino porque fue un poco como que se me murió Felipe. El diario El País tituló: "Murió periodista que
inspiró al personaje Felipe de la tira Mafalda".
En 1966, el presidente Arturo Illia
es derrocado en un golpe de Estado por el general Juan Carlos Onganía. Y
Mafalda es callada en 1967 cuando se cierra el diario El Mundo. Antes del
receso obligado, Quino tenía que entregar su tira y se le ocurrió que Mafalda
iba a tener un hermanito. No sabía bien hacia dónde iba la historia, pero
pensó: "Ya me las arreglaré". El 2 de junio de 1968 Mafalda reaparece en el semanario Siete Días con Guille
como parte de la familia.
¿Por
qué se basó en su sobrino?
Porque era tal cual, desfachatado,
mal hablado. Ahora uno lo ve tocando la flauta y no parece. Él era el más
chiquito de los tres hermanos y cuando se sentaban en el asiento trasero del
carro, con mucho disimulo, los pellizcaba y los hacía llorar. Y él se hacía el
tontito.
Usted
estuvo escondido en la casa de su hermano mayor, en San Rafael, poco antes del
golpe de 1976, ¿por qué?
Porque vino un grupo armado, vestido
de civil, y rompió a patadas la puerta del ascensor de mi apartamento en Buenos
Aires. Lo que pasó es que en ese momento estaba en el Ministerio de Bienestar
Social José López Rega, ese personaje siniestro que era secretario de Perón, y
me habían pedido que le hiciera una ilustración y yo dije que no. Además, la
Marina en ese tiempo pretendía quedarse con la Editorial Abril, donde yo
trabajaba. Le pusieron una bomba o habían ametrallado la entrada, una cosa así.
Ya había bastante gente desaparecida y algunas estaban en mi agenda, así que
era peligroso quedarse. Optamos por irnos, por consejo de un abogado amigo.
Se fue a Italia: En aquella época él ya era conocido
allá. Umberto Eco había escrito un ensayo sobre Mafalda en el que decía que,
que si bien Charlie Brown había leído a Freud, Mafalda había hecho lo mismo con
el Che Guevara. Además, su editor en Milán tenía todo su material para
entregarlo a los diarios de América Latina.
"Pensé que esto iba a ser por
un breve tiempo, pero no, me quedé tres años sin venir a la Argentina".
Usted
es un hombre optimista, pero sus tiras tienen un humor negro y una mirada
sarcástica.
Porque uno quiere que la cosa
cambie. Ya han ido cambiando, por supuesto. Después de la Revolución Francesa
no hay duda de que la humanidad, no toda, pero una parte al menos, fue
mejorando.
¿Quién es usted en la tira Mafalda?
Empecé siendo Mafalda y después me
mezclé con Felipe, porque es el personaje con el que más me identifico. Toda la
timidez de Felipe y toda la lucha en la escuela, esa angustia que tenía por
hacer los deberes, todo eso era autobiográfico. Yo era enfermizamente tímido
cuando chico. Si iba a comprar un cuaderno o un lápiz, me daba vueltas a la
manzana preguntándome "¿y si no tienen?", "¿me alcanzará el
dinero?". Y un poco soy todos también, porque todos salieron de mí, las
malas ideas que tiene Susanita también son mías, claro. Para el dinero soy un
desastre. Mi mujer (Alicia Colombo) es la que se encarga de administrarlo, así
que con eso no tengo nada que ver con Manolito.
¿Y Miguelito, el más idealista?
A mí también se me ocurren preguntas
que no sirven para nada. Yo viví en una pensión con un amigo que fue el primero
que me pidió la tira, Julián Delgado, desaparecido en el año 1978. Y en el
período en que viví en esa pensión comíamos siempre juntos y me acuerdo de que
un día yo estaba mirando por la ventana y le dije: "Julián, ¿cuánto crees
que pesará un árbol?". Él me respondió: "Pero, ¿por qué no te vas al
carajo con esa pregunta?". Y Miguelito siempre anda con estas cosas, cómo
se llamará cada hormiga, a qué velocidad vuela una mosca. Así que sí, soy un
poco todos. En realidad el que nació más artificial de todos fue Mafalda, que fue
una cuestión muy elaborada. Salió más de la cabeza que del corazón.
¿Por qué nunca quiso revivir a Mafalda?
Porque esa época fue realmente
irrepetible. La conjunción que se daba en Latinoamérica con las diferentes
guerrillas, empezando por la fama del Che Guevara, los Beatles en Inglaterra,
que parecía que se iba a transformar en un lugar de una libertad absoluta, un
país muy alegre. Yo conocí Londres en 1968 y era realmente así. Los movimientos
feministas, Juan XXIII, la Guerra de Vietnam, los movimientos por los derechos
civiles en Estados Unidos; fue una época de enorme efervescencia e irrepetible.
Y, además, en esa época mis sobrinos, tengo cinco, estaban muy pequeños y yo
sabía en qué estaban, qué les podía interesar, qué preguntas se les ocurrían.
Pero ahora no tengo la menor idea de lo que piensa un niño ni de nada. Entonces,
¿cómo resucito a Mafalda? No sé cómo hacerlo.
El Mercurio. Chile
la anecdota del peso del arbol es un cago de risa XD
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