miércoles, 11 de agosto de 2010

Entrevista a Enrique Alcatena en Lima (Primera Parte)


Invitado internacional de la FIL 2010 en Lima, el prestigiado dibujante argentino Enrique Alcatena, tuvo la enorme amabilidad de brindarnos una extensa entrevista para “El lector de historietas” durante su breve estadía en el Perú. A continuación sus aguardadas respuestas.

Por Gabriel Zárate

Enrique: Su decisión de dedicarse a ser historietista, fue algo que tenía claro desde muy temprano, pero se formó en Ediciones Record como autodidacta ¿Por qué no se decidió a estudiar dibujo si su meta era ser dibujante de comics?

Es una buena pregunta…Nunca tuve un especial interés en lo académico. Si bien en un momento consideré estudiar en Bellas Artes, en aquel tiempo el dibujo de historieta estaba totalmente fuera de la órbita de lo que se consideraba el estudio de las artes plásticas y el dibujo en general. Ahora también, no es que haya cambiado mucho. Aunque existió La Escuela Panamericana, por tradición, el dibujo de historieta tenía que ver con aquello que se movía fuera de los parámetros de la “Cultura” (con mayúsculas). Era algo a lo que uno accedía por dedicación propia. Yo también tenía el grave conflicto, en esa época más marcado que hoy, entre dedicarme a una carrera “seria” y a una profesión con riesgos, medio bohemia, como es el dibujo de historieta.

Entonces estudie una carrera universitaria para contentar a mis padres, para que ellos se quedaran tranquilos. De ahí deriva mi segunda profesión que es la docencia, pero mi vocación fundamental siempre fue el dibujo. Como yo me la pasaba dibujando desde chico, creía que con la dedicación, la paciencia, las horas invertidas en el tablero, el estudio personal de los dibujantes que me interesaban, con eso solo bastaba, por lo cual no me interesó seguir un estudio académico. Pienso que me hubiera venido bien, pero al mismo tiempo, también tiene su encanto ir descubriendo las cosas por sí solo. De haber tenido un maestro hubiera podido cortar el camino, pero es lo que yo elegí en su momento y no me arrepiento.

¿Qué recuerdos tiene de sus iniciales trabajos unitarios a fines de los setentas para Ediciones Record, en donde ya se aprecia su característico estilo gótico? ¿Cómo se forja este estilo donde predomina lo sombrío, lo maléfico, la tenebrosa recreación medieval?

El gusto por los temas históricos me acompañó desde siempre. Cuando yo empecé a hacer estos primeros trabajos a los que te refieres, el editor sabía que me fascinaba hacer historias de época. Siempre que aparecía un guión de época me lo reservaban. Me acompañaba desde muy chico, el interés por los temas de la Antigüedad, el Medioevo o de principios de la Edad Moderna. Todo lo anterior al SXX me seducía, quizá por lo diferente, por lo exótico. Entre mis grandes ídolos y formadores estaban Harold Foster y su “Príncipe Valiente”. También mis tempranas lecturas de la colección “Robín Hood”, de libros infantiles, muy importantes y populares a fines de los 50s e inicios de los 60s.

Todo ello contribuyó a que me decantara hacia la temática histórica. También me interesaban los temas fantásticos vinculados a lo sobrenatural, a lo mágico. Era inevitable, que en las historietas de ambientación medieval haya referencias a la obsesión por la muerte, la danza macabra. Son cosas a las que uno propende naturalmente. Habría que quizá hacer un estudio psicológico y ver porque y de donde salen todas estas obsesiones y fascinaciones.

En una entrevista afirmó que: “Todo artista aspira a que su obra escape al olvido”. ¿Cuáles son sus trabajos que podrían trascender y conseguir aquella necesaria valoración unánime para ser siempre recordados? ¿Quizá sea “La fortaleza de Móvil” con guión de Ricardo Barreiro? ¿Hay alguna otra historieta de su autoría, que quisiera saberla siempre vigente?

No pienso para nada en esos temas. Es verdad: Todos los que nos dedicamos al arte pretendemos que nuestra obra perdure. Para mí la obra es una sola, es un todo. No puedo hacer diferencias, pues cada una tiene lo suyo. No tengo especial cariño por ninguna, si bien valoro mucho lo hecho con Eduardo Mazzitelli, porque es lo más personal, es el autor con el que tengo mayor rapport en todo sentido, pero uno siempre quiere todo lo que ha producido.

Quizás las que menos quiera sean mis trabajos para las editoras americanas, donde eres un dibujante contratado para realizar personajes que pertenecen a ellos, el nivel en que te involucras es mucho menor, lo tomas como un trabajo y punto. Pero todo lo que ha salido, de alguna manera, de la cabeza o el corazón mío es una sola gran obra a la que vas añadiendo todo el tiempo y después se verá si sobrevive o no.

Quien sabe lo que va a sobrevivir, si en el siglo XXII valorarán más a T.S. Eliot o Bob Dylan. El caso de Shakespeare es paradigmático, era en su época muy admirado, pero había otros tan admirados como él. A la mayoría de la gente le preguntas por dramaturgos isabelinos y desconocen que en su tiempo había autores que eran tan o más reconocidos que Shakespeare y sin embargo han sido olvidados o son nombres solo para los especialistas o estudioso de la literatura. Eso es un juicio que termina escapando a uno.

Usted dijo en un reportaje del 96:”Al dibujante argentino no le gusta dibujar superhéroes, le interesa sólo por la paga”. Es resaltante, que dentro de su variada temática de sus publicaciones, se encuentren los superhéroes más destacados de la Marvel y la DC, incluyendo también la fantasía heroica encarnada en Conan el Bárbaro ¿Cual es el balance personal de su desempeño en el exigente mercado norteamericano? ¿Se siente satisfecho con lo realizado? ¿A qué se debe su fascinación por el personaje de Conan?

Cuando yo dije eso fue el 96. Todavía, comparativamente, había pocos dibujantes argentinos de superhéroes. Entonces hablaba desde la perspectiva de mi generación. A los dibujantes mayores que yo, no les interesaban los superhéroes, quizá los que vinieron después sí. Varios, realmente, no sé si les gustan mucho, pero ellos se educaron más con los superhéroes y se esfuerzan mejor por dibujar esos personajes. Hasta mi generación, yo era uno de los pocos que leía superhéroes. A los historietistas mayores no les interesaban para nada, no les entusiasmaban. Salvo Silvestre Szylagyi que era la solitaria mosca blanca, un lector fanático y la única excepción.

Yo me formé con las Novaro y más tarde descubrí las Marvel y me encantaron. Hasta ese momento no había interés por superhéroes en Argentina. A mi si me gustó dibujarlos y disfruté mucho algunos de los trabajos que hice para ellos. Fue un poco el sueño del pibe, dibujar a Batman, el personaje que uno ha leído de chico, dibujar Los Cuatro Fantásticos. Era gratificante pero fue un tiempo y ya está, no me interesaría volver a hacerlos, es más, porque la forma de hacer superhéroes que a mí me gusta, no es la que está en boga. El tratamiento que hoy en día se le da a ese género no me resulta interesante. No me gusta siempre la temática “realista” o “madura”. Para mí los superhéroes deben tener una cuota de ingenuidad, pues es absolutamente para chicos. Ahora lo veo muy adulto y el superhéroe para adultos, no me lo creo mucho. Salvo Watchmen que es una obra maestra, pero es otra cosa. Entonces fue una época de dibujante que disfruté. Es un mercado severo, pero no más que otros. Exigente en la medida que es muy riguroso con el cumplimiento de los tiempos de entrega, pero no les interesa que el trabajo sea superlativo, sino que esté a tiempo.

Conan es diferente porque es otra cosa, tiene que ver más con mis gustos permanentes. Cuando lo descubrí en el comic de Barry Smith el 70-71, fue descubrir la fantasía heroica, poco después también descubrí las novelitas de Conan, con las famosas tapas de Frazzetta, que me deslumbraron totalmente. Me gustaba porque el género de la fantasía heroica, de espada y brujería me resultaba muy cautivante. El hecho de mezclar la antigüedad, que siempre me había fascinado, con lo sobrenatural, con lo mítico, pero en clave de invento: Capas y espadas con brujería, era un coctel irresistible por todas las imágenes que suscitaban, pues está muy imbricado con toda la literatura de la épica: El rey Arturo, La Ilíada, los cuentos fantásticos de Las mil y una noches. Todo eso se encontraba en Conan.

Fue un personaje que me encantó. Me agradó mucho lo que se hizo en el comic, el trabajo de Barry Smith, de John Buscema. Eso sí, disfruté enormemente cuando hice mi temporada de Conan a principios de los noventas, porque ahí me sentía más a mis anchas. Era el universo en que a mí me gustaba moverme, no tanto el ámbito urbano de los superhéroes, sino este mundo más antiguo de espada, pues disfrutaba recreándolo. Conan es un personaje que me sigue cautivando. No haría esa fantasía del héroe musculoso si no me interesara tanto. Las cosas que hacemos con Eduardo Mazzitelli están inscritas en la fantasía también.

El guionista Eduardo Mazzitelli es un nombre obligado para referirnos a su obra, en especial a su producción para Italia. Coméntenos como se inicio esta sociedad de dos décadas, fundamental para la historieta argentina contemporánea. ¿Cuál es el método del trabajo en conjunto?, y ¿a qué atribuye el gran éxito de “Shankar” en el mercado italiano?

Con Eduardo Mazzitelli empezamos a trabajar el 88, pero yo no lo conocía entonces. En esa época por el sistema Editorial en la Argentina, era común que el trato entre colegas fuera muy disperso: el guionista entregaba los guiones a la editorial y después el editor se encargaba de distribuirlos entre los dibujantes.

Había distancia entre los guionistas y dibujantes

No se cruzaban guionistas y dibujantes y si se encontraban en la redacción y eran conocidos a lo mejor se tomaban un café. Columba trabajaba así. El guionista producía por su cuenta y el editor me decía a mí: “Una de época, toma para vos”. Pero ya en ese tiempo las cosas empezaron a cambiar lentamente, por ejemplo, “La Fortaleza Móvil” estaba ya escrita desde antes. Ricardo Barreiro no la había escrito para mí.

Yo había dejado de trabajar para Record desde hacía un tiempo. Después a mi retorno, le muestro a Alfredo Scutti las cosas que había hecho para Inglaterra. Scutti me dijo: “¿A vos te gusta hacer esto?” y me mostró “La Fortaleza Móvil” y fue después que conocí a Ricardo; planeamos juntos “Mundo subterráneo” y “El mago”. Yo a Eduardo aún no lo conocía. Él venía de Columba y empezaba en la misma época a trabajar para Record. Cuando vio “La Fortaleza Móvil”, decidió escribir “Pesadillas”, pero todavía no nos conocíamos personalmente. Alfredo Scutti me dijo: “Mazzitelli ha escrito “Pesadillas” especialmente para vos” “y bueno dámelo”, respondí.

Al poco tiempo iniciaba el dibujo de “Pesadillas” y recién empecé a tratar a Eduardo y a Walter Slavich. Al principio trabajamos los tres juntos, pero después Walter se fue alejando. También me llevaba mejor con Eduardo por afinidad que con Walter, quien se dedicó a la televisión. Con Eduardo seguimos trabajando juntos. Después de “Pesadillas”, que fue nuestra primera colaboración, empezamos a charlar todos los viernes religiosamente. Nos juntábamos en un Café, hablando de todo un poco. Siempre fue una colaboración muy estrecha, la que más me ha gratificado en lo personal y eso evidentemente redunda también en los resultados.

“Shankar” fue el trabajo más largo que hayamos hecho hasta ahora, el más extenso había sido “Acero Liquido” de casi 300 páginas. A nosotros no nos ha gustado nunca seguir un personaje hasta la muerte, nos agrada más el formato de la miniserie junto al episodio unitario porque nos permitía cambiar de tema, pero en un momento Eura (de Italia) nos propone hacer un personaje que tenga mayor prolongación, al que le dediquemos bastante tiempo, buscar un tema lo suficientemente abarcador para que durara. De allí surgió “Shankar”, de la cual hicimos diez sagas de 60 páginas.

Nos encantó, lo disfruté muchísimo, pero después los editores nos dijeron que se estaba volviendo muy hermética, con referencias culturales muy oscuras para un lector medio. “¿Nos dicen esto ahora? Esto lo venimos haciendo desde el año 89”. No estábamos produciendo nada nuevo ni exclusivo. Nos propusieron un “Shankar” episódico, de catorce paginas donde cada capítulo empiece y cierre. Yo dije: “Pero eso cambia totalmente lo que venimos elaborando con la serie”. También se podría haber hecho, pero ya es otro tipo de historia que tendríamos que contar. Decidimos suspender “Shankar” por ese motivo. Dejamos el personaje para retomarlo más adelante sin ningún tema dominante. Me dio pena, pues me gustaba muchísimo dibujarlo. Aparecían cosas tan variadas desde el folklore ruso hasta alusiones a los Beatles.

Grabación: Carlos Tovar

Fotografía: José “Chiqui” Vilca

1 comentario:

  1. Gran entrevista, hay muchísimo trabajo por conocer de este dibujante en España. Si alguna vez llegara a publicarse una parte de su obra, un pequeño álbum o alguna historieta breve, espero que escojan una de esas historias que los editores califican (en un mal sentido) como 'herméticas'; me encantan los escritores románticos y los estudiosos de la imaginación, Bachelard, Gilbert Durand, Mircea Eliade, etc., y creo que poder, no ya leer, sino entrar en contacto con las historias de Mazzitelli & Alcatena es una experiencia que nadie debería evitar si está en su mano conseguirlo. No es fácil. (Yo creo que) Editores profesionales de todo el mundo nos suelen tomar a los lectores poco más que por debiles mentales, eliminan páginas, reducen y amplian las publicaciones, no piensan en nadie y en todos a la vez para justificar las obras que pueden resultar rentables o no, y esto casi puede ser menos importante que calificar una historieta como demasiado culta. Nunca lo he comprendido.
    Aseguro que todo lo que he visto de este dibujante, primero, me ha entretenido y, segundo, me ha transportado. No poseo una gran cultura -es más bien al contrario, me parece- y jamás me ha supuesto un problema.
    Se trata de mi experiencia como lector, todo lo que no conoces en un primer momento no tiene que suponer necesariamente una traba. Incluso desconocer el idioma en el que la historieta ha sido publicado puede convertirse en un aliciente, como me ha sucedido a mí.

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