jueves, 31 de diciembre de 2009

Entrevista a Alberto Breccia: “Por algún lado hay que empezar” (Parte 2)


Recuperado por Gabriel Zárate

Realizada por Carlos Trillo y Guillermo Saccomanno

Breccia: Cuando empecé a trabajar para Láinez me empezó a ir mejor un poco mejor. La década del 30 había sido brava para muchos de nosotros, y a mí me había costado meterme en el oficio. Me acuerdo que cuando en el 35 yo iba a verlo a Pedro de Rojas, que estaba en Leoplán, en El Tony, en Crítica, y le mostraba mis cosas .Y él me alentaba, pero no me daba trabajo, claro. Si yo era un perro...

Saccomanno: Bueno pero con Láinez para vos termina la década infame del 30 y empieza una carrera ascendente que iba a ocupar toda la década del 40 y parte de la del 50 hasta que llegas a ser uno de los profesionales más destacados. Seguinos contando, dale.

Breccia: Mientras yo estaba en Láinez con exclusividad, me llamo Torino, que iba a sacar una revista llamada Bicho Feo. Como no podía pagar mis colaboraciones, me hizo socio. Y yo, para disimular en Bicho Feo, firmaba con seudónimo una historieta que hacía y que se llamaba Gentleman Jim. Yo firmaba Vaghi.

Trillo: En una antología publicada por la Escuela Panamericana de Arte se dice que Gentleman Jim era una historieta tuya y de Cortinas

Breccia: No, no era así. Cortinas hacia solamente las letras, él hacia el reticulado y las letras. El guión y el dibujo eran míos.

Trillo : Es curioso, pero Gentleman Jim prefigura la mejor época de Vito Nervio, esa que es muy posterior a este año que estamos hablando, que es 1942, y que viene en el 50 cuando te liberaste de la tutela que te imponía el tener que seguir el dibujo de Cortinas , primer dibujante de Vito Nervio.

Saccomanno: ¿Cuánto tiempo hiciste Gentleman Jim?

Breccia: Muy poco, porque la revista anduvo mal. Pero lo embromado fue que en Láinez se dieron cuenta de que yo les era infiel. Y me sacaron una historieta, hundiéndome en la miseria. Para colmo, acaba de casarme. Entonces todos los días comprábamos con mi mujer un litro de leche y un alfajor, y esa era nuestra dieta. Medio litro de leche y medio alfajor cada uno.

Saccomanno: ¿Pero, por qué un alfajor y no fideos, por ejemplo?

Breccia: Porque los alfajores me gustan y aun en la miseria hay que mantener cierto esplendor. Para salir del paso llevé una historieta a La Razón. Era una adaptación de Emilio Salgari. La publicaron grande, con el texto abajo, compuesto tipográficamente y con un máximo de 90 palabras por cada cuadrito. Anduvo bien, y después hice una adaptación de “Los candelabros del emperador”, de la Baronesa de Orczy. Y en seguida, una con argumento mío: Oro Maldito. Y después, ya en el 45 Puño Blanco, con guión de Issel Ferrazzano.

Saccomanno: ¿Como conociste a Ferrazzano, si vos no estuviste Patoruzito desde el principio?

Breccia: Ahí conocí a Ferrazzno y juntos hicimos Puño Blanco, que anduvo muy bien. Hasta en Italia se publico un libro con sus aventuras. La historia era así: una sarta de facinerosos habían hecho que el padre de Puño Blanco se fundiera y se suicidara. Entonces él juro vengarse. Tenía los retratos de los siete malvados y les iba colgando sobre el marco una mano chiquita enguantada con un guante blanco a medida que los iba liquidando.

Trillo: ¿Y una vez que mato a los siete, que paso?

Breccia: Se acabo la historieta.

Trillo: Es decir, que las historias no estaban previstas para durar mucho tiempo.

Saccomanno: ¿Vos charlabas los guiones con Ferrazzno?

Breccia: Si, con él trabajábamos los guiones en equipo. Íbamos a remar a un club que se llamaba Bouchard y de paso pensábamos lo que iba a pasar en la historieta.

Trillo: Hablanos de Vito Nervio.

Breccia: Se hablo mucho de Vito Nervio. La empezaron con Cortinas y Repetto, pero Repetto que era guionista de Patoruzito, tenía mucho trabajo, y decidieron dársela a Wadell. Al mismo tiempo, casi, Cortinas decide irse del país disconforme con los acontecimientos políticos de la época, y entonces, en 1946, Quinterno decide llamar a Giolliti, un dibujante que ahora es representante de una casa editorial inglesa y le pide una prueba. Como el resultado no le gusta consulta al mismo Cortinas sobre quién sería un candidato potable y Cortinas le da mi nombre. Quinterno me llama, hago la prueba, y empiezo a dibujar Vito Nervio a la semana siguiente. Claro que por bastante tiempo todavía figuraría Cortinas como el autor de los dibujos. Incluso yo, no sólo estaba condenado a copiar el estilo de Cortinas sino hasta tenía que calcarle la firma para ponerla en el último cuadrito de cada jueves. Hasta que un día estalle y le planteé a Quinterno que la historieta la hacía yo y la firmaba yo o la hacía Cortinas y las firmaba Cortinas. Y ahí empecé a firmar con mi nombre.

Saccomanno: Hablanos de tu relación con Wadell.

Breccia: Wadell era un argumentista deductivo, fanático de la escuela policial inglesa. Y Vito Nervio era un detective porteño. Entonces, con el trabajo nos divertíamos los dos: él con sus tramas donde siempre vencía la lógica y yo haciendo que el personaje tomara mate en las catacumbas de París.

Trillo: Y un día vos descubrís a Caniff.

Breccia: Estuve confundido mucho tiempo con la historieta pero intuía que Caniff era el único que sabía lo que era el relato gráfico. Además me gustaba el dibujo caricaturesco. Entonces, lo empecé a analizar bien y muchas cosas se su estilo me quedaron.

Trillo: Y sin embargo el Gentleman Jim era anterior a tu conocimiento de Caniff y allí, conceptualmente, a una pila de cosas que desarrollarías muchos años después.

Breccia: Claro pero eso era porque para Torino yo dibujaba con total libertad y para Quinterno, no.

Saccomanno: Vos en tu obra recibiste lecciones de los impresionistas. La luz, por ejemplo. Siempre tuviste interés por cierto virtuosismo plástico y por aplicarlo en tu trabajo.

Breccia: No, yo hacía historietas, nada más. Nada que ver con la plástica.

Saccomanno: Pero, decinos ¿De dónde te sale dibujar bien?

Breccia: Bueno, sino no me pagan.

Saccomanno: Una cosa es dibujar una historieta pulcramente para que el editor te la compre y otra muy otra es dibujar más arriba de eso y hacer una obra personal. Y si te decimos esto de los pintores es porque una vez, por ejemplo en la cocina de tu casa vos le decías a Horacio Altuna, que te planteaba tus dificultades con el color, que mirara a Renoir que Caniff miraba mucho a Renoir Convengamos entonces que vos no eras un improvisado. Vos estudiabas a Renoir.

Trillo: Hay algo que te lleva a dibujar algo más que la Escuadra Zenith, que es por otra parte un trabajo comercialmente irreprochable. ¿Por qué Lovecraft? ¿Por qué has llegado a dibujar las cosas que dibujas ahora en lugar de dibujar cosa bien clásicas que, incluso, serían mejor comprendidas por los editores y te sería más fácil publicarlas?

Breccia: Porque me divierto

Trillo: Entonces hay un placer y gozas con ello.

Saccomanno: Muchos dibujantes de historietas dicen que se divierten con su trabajo. Sin embargo en tu caso hay una diferencia, sobre todo en los últimos tiempos de tu producción: en lugar de divertirte con lo que te dicen que hagas, vos haces lo que te divierte y después buscas quien lo quiera comprar.

Trillo: Sigamos con la cronología Estas en Patoruzito pero al mismo tiempo haces otras cosas.

Breccia: Si, cuando nace mi hijo Enrique, que es en el 45, me llaman de Kapelusz. Una editorial que paga bien por las ilustraciones para sus libros didácticos .Y para ellos hago una buena cantidad de probetas, dinosaurios, fotosíntesis y colmenas. En cuanto a Abril, empiezo a trabajarles recién en el 52. Sin embargo, varios años antes cuando la editorial recién se había fundado y era un bolichito en la calle Piedras, Civita me llamó y me dijo: “Mire yo le voy a encargar un trabajo y le voy a pagar tanto”. Y yo le contesté que no se trataba de lo que él quería pagarme sino de lo que yo quería cobrarle. Una compadrada de uruguayo. Entonces me echo .Y me embromo. Recién cuatro años después se le fue el enojo y me volvió a llamar Ahí empecé a hacer cosas para chicos: El diario de mi amiga, Gatito, algunos cuentos infantiles.

Saccomanno: Ahí conociste a Oesterheld…

Breccia: No a Oesterheld lo conocí bastante después, en una fiesta en la casa de Hugo Pratt .Y por bastante tiempo no trabajé con él. Recién cuando ya hacía más de un año que habían salido Hora cero y Frontera, Héctor me ofrece el Sherlock Time.

Trillo: ¿Por qué Oesterheld te ofrece una historia de ciencia ficción a y no un policial? Vos en ese tiempo eras un recocido dibujante de policiales. Podrías haber sido autor de Cayena, o Búster Pike, no sé...

Breccia: A mí la ciencia ficción no me gusta.

Saccomanno: Pero siempre estas orillando la literatura fantástica

Trillo: Incluso muchos dicen que el Sherlock Time es tu primera gran historieta, y se olvidan de algunos episodios del Club de Aventureros, donde ya hay muchas cosas que le están muy cerca…

Breccia: Ustedes quieren que les diga la verdad. Y en el fondo la verdad es muy tonta. Yo hice el Club de Aventureros porque me estaba edificando una casa y necesitaba dinero. Entonces fui y le pedí a Blasetti, el director de Patoruzito, dos páginas más a la semana. Y de ahí sale el Club de Aventureros y no de ninguna necesidad del alma.Saccomanno: ¡Pero dibujabas lo que dibujabas, nada menos!

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